Una guerra por el libro en América Latina
13 de junio de 2019El aleteo de un pingüino se sintió como un movimiento tectónico al otro lado del océano. El reciente anuncio de compra del histórico sello español Salamandra por parte de Penguin Random House, participada en un 75% por el grupo alemán Bertelsmann, ha puesto el foco sobre la feroz disputa empresarial que se está librando en la arena editorial. Y América Latina es el siguiente campo de batalla, en el que ya están desenfundadas las espadas.
La consejera delegada de Penguin Random House Grupo Editorial ya dejó claro en una reciente entrevista con el diario ibérico El País su interés por seguir comprando en suelo latinoamericano, dado el potencial de dicho mercado. En realidad, hace ya tiempo que los dos grandes tiburones del sector, PRH y Planeta, están haciéndose con las firmas de menor tamaño más exitosas.
El panorama resultante, explica el argentino Daniel Benchimol, es un mercado que salta de un amplio abanico de pequeñas editoriales editoriales a un grupúsculo de grandes nombres. "Es un mercado donde está todo por crecer”, dice a DW este director de la consultoría especializada Proyecto 451. Añade que los grandes jugadores tecnológicos que quitan el sueño a las editoriales en Alemania o España, como Amazon, no han ingresado con una fuerte presencia en América Latina, con la excepción de México: "Todavía es un terreno donde los editores pueden acelerar para cubrir espacios”.
Ni el grupo alemán Bertelsmann ni PRH quisieron responder directamente a las preguntas de DW sobre la coyuntura actual.
En cualquier caso, lo cierto es que, más allá de las proyecciones empresariales, los números hablan de un mercado con un potencial reluciente. El colombiano José Diego González valora el papel de los gobiernos de la región a la hora de promover la alfabetización y de poner en marcha políticas públicas integrales de fomento de la lectura. "El potencial de este mercado está dormido”, dice a DW este experto del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC). Falta que alguien accione el interruptor.
Ningún sendero de rosas
Sin embargo, subsistir en un entorno como el del mercado editorial del continente es un camino repleto de obstáculos. A las dificultades que afronta la industria del libro en todo el planeta, especialmente en lo relacionado con la transición digital, se suman particularidades locales y regionales. González advierte "carencias estructurales” en lo relativo a la circulación del libro entre los países latinoamericanos. Como consecuencia, los costes de transporte se disparan. "Esto hace difícil configurar ese mercado común que pareciera tan a la vuelta de la esquina por el hecho de compartir una lengua”.
Junto con esto, las dificultades económicas de algunos países, como Argentina o Brasil, pasan una importante factura a los sellos editoriales, de acuerdo con un estudio de la CERLALC presentado esta semana en la Feria del Libro de Madrid.
Según Benchimol, también los editores tienen su parte de culpa, pues mantienen una visión demasiado local: "Les cuesta mucho pensar el negocio con una perspectiva internacional”. Algo que podría cambiar con el salto al libro digital.
Pese a los nubarrones en el horizonte, ambos expertos consultados insisten en subrayar los motivos de optimismo. En esta peculiar versión de David contra Goliat son muchos los augurios a favor de los pequeños jugadores de la partida. El argentino Benchimol subraya un fenómeno de efervescencia latinoamericana de sellos de menor tamaño que están contribuyendo a generar ferias paralelas y movimientos culturales independientes de gran importancia.
González, por su parte, muestra gran interés por los mecanismos de cooperación y coedición entre pequeñas editoriales: "Un editor peruano que publica a un autor de su país ya no necesariamente aspira a que sea su libro el que llegue a otro país, sino que llega a acuerdos con editores de otros países de la propia Latinoamérica para que sea esa editorial en su país la que edite el título del autor peruano”.
Grandes y pequeños, todos compiten en la misma arena: "Todas las editoriales se ven abocadas a la pelea por la atención de sus lectores, que ahora tienen una oferta de streaming de todo tipo”, apunta González. Netflix es solo el símbolo de un cambio brutal en el consumo cultural y de entretenimiento. Nadie sabe en qué formato se contarán las historias del futuro, pero unos y otros juegan sus mejores cartas para no salir derrotados en la contienda.
(cp)
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