Uruguay se convirtió en 2013, bajo la tutela del expresidente Mujica, en el primer país del mundo en legalizar todos los usos del cannabis. Los uruguayos pueden, desde hace tiempo, comprar marihuana recreativa en las farmacias, cultivarla en sus casas o adquirirla en un club cannábico. Además, existen una decena de plantaciones autorizadas de cáñamo industrial. Más lenta ha sido, sin embargo, la implementación del uso medicinal de la marihuana. Sólo dos empresas están autorizadas para operar en este mercado. Medicplast fabrica el único medicamento con cannabis que se vende en las farmacias uruguayas, el Epifractán. Fotmer cultiva marihuana para uso farmacéutico con THC, el componente psicoactivo de la planta, con idea de expotar a países con Alemania o Brasil. El Gobierno pisa el acelerador y estudia las solicitudes de otra quincena de empresas. El potencial económico es inmenso y Uruguay quiere convertirse en un referente mundial. Pero la implementación del uso medicinal no ha estado exenta de polémica y ha venido acompañada de un problema nuevo en el país: el surgimiento de un mercado negro de aceite de cannabis que abastece a personas que no pueden pagar el único medicamento legal, y tampoco encuentran en la medicina convencional alivio a dolencias como la epilepsia refractaria.