Vacío de poder en Israel

Liberation, de París, apunta: "Resulta muy difícil prever qué es lo que podría ocurrir si el primer ministro israelí, Ariel Sharon, no puede continuar a la cabeza de su movimiento político. Incluso aunque el jefe de gobierno pudiera salir pronto del hospital, quedaría abierta la interrogante de si el electorado confiaría la conducción por otros cuatro años a un hombre golpeado por la enfermedad. Para evitar otro terremoto político en Israel, los cirujanos tendrían que hacer milagros".

Ausencia de herederos

La Repubblica, de Roma, comenta: "En Israel impera el temor a un vacío político tras el nuevo y dramático derrame cerebral sufrido por Ariel Sharon. No se trata de un vacío de poder, porque esta vez los hechos no sorprendieron desprevenido al gobierno y, apenas Sharon ingresó al quirófano, todas sus atribuciones de mando fueron transferidas al vice-primer ministro Ehud Olmert. Pero si Sharon no se recupera plenamente tras la operación del cerebro, por no mencionar la posibilidad de un desenlace fatal, ¿quién podría proseguir su estrategia de concesiones unilaterales, que es la única que hoy podría trazar alguna perspectiva de paz en un conflicto de décadas? En el aspecto político, Sharon no tiene herederos."

Impacto regional

El Corriere della Sera, de Milán, opina: "Tampoco pueden alegrarse los palestinos, que actualmente preparan sus elecciones con miles de problemas. El estado de Ariel Sharon podría tener consecuencias políticas no sólo para Israel y los palestinos, sino para toda la región del Medio oriente. Ésta se encuentra sumida en una profunda intranquilidad debida a los sobresaltos del Irak de posguerra, a la agresividad de un Irán dirigido por políticos extremistas y a la grave crisis de Siria, a cuyo gobierno se acusa de ser responsable del asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri. Estos son los motivos que inducen a pensar que el Medio Oriente podría actualmente caer en un estado de temor semejante al que sufrió Yugoslavia durante la enfermedad mortal de Tito en 1980".

Evo Morales en España

El País, de Madrid, dedica por otra parte un comentario a la visita del presidente electo de Bolivia, quien se reunió el miércoles con empresarios españoles y con el presidente de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero: "Zapatero se ha comprometido a condonar la mayor parte de la deuda de Bolivia con España para dedicar esos fondos a programas de alfabetización, un compromiso que se adoptó ya en la reciente Cumbre Iberoamericana de Salamanca. Pero Morales, que está demostrando saber escuchar, también debe aportar lo suyo, y tranquilizar a los inversores y a los Gobiernos extranjeros, pues los necesita. Que el primer desplazamiento al exterior tras su elección por mayoría absoluta en la primera vuelta haya sido a La Habana para abrazarse con un periclitado dictador como Fidel Castro no parece un paso sensato ni una apuesta por la democracia, por mucho que el régimen cubano, como el venezolano, le haya apoyado en su campaña electoral. Sumarse, al menos verbalmente, a la alianza "antiimperialista" y "antineoliberal" de Castro y Chávez, o recuperar la figura del Che Guevara, sólo que sin armas, no servirá los intereses de Bolivia ni de los bolivianos. Morales no debe sumarse a un mal eje, ni tiene por qué elegir entre Castro-Chávez y Bush. Más vale que diversifique sus aliados internacionales, por mucho que la Venezuela de Chávez le pueda aportar ayudas directas que a corto plazo le serán útiles".