Venezuela: a la caza del voto militar
16 de julio de 2012Aunque la mayoría de los sondeos publicados este lunes (16.7.2012) en Venezuela siguen presentando al actual jefe de Estado, Hugo Chávez, como el candidato con mayores probabilidades de ganar los comicios presidenciales del 7 de octubre, el hombre fuerte de Caracas no se duerme sobre sus laureles. Chávez tiene demasiado que perder en esas elecciones y, según algunas encuestadoras, la brecha entre el exmilitar y su principal contrincante, Henrique Capriles Radonski, se ha reducido por segundo mes consecutivo.
“A medida que la campaña se calienta, es normal que la distancia entre ambos se acorte”, dijo el director de la empresa Datanálisis al difundir los resultados de su consulta. Eso ayuda a explicar el ímpetu con que Chávez, quien aspira a su segunda reelección, y Capriles Radonski, representante de la coalición de partidos de oposición, comenzaron el forcejeo por el respaldo militar hace unos días; el primero, para garantizar que las Fuerzas Armadas defenderán su “revolución”, y el segundo, para asegurarse de que respetarán la Constitución.
De los dos, es Capriles Radonski quien enfrenta el desafío más grande. “Chávez tiene a buena parte de los líderes militares de su lado”, sostiene Nikolaus Werz, profesor de Política Comparada en la Universidad de Rostock, una alma máter reconocida por sus estudios sobre el acontecer latinoamericano. Alexander Rommel, otro conocedor del ámbito político venezolano adscrito a ese centro de investigaciones, va aún más lejos: “Hasta cierto punto, las Fuerzas Armadas han sido desacopladas del Estado venezolano”, dice.
Rommel no exagera cuando señala que la institución castrense ha sido anexada al proyecto chavista: en 2010, el actual ministro de Defensa, Henry Rangel, declaró que las Fuerzas Armadas no aceptarían un Gobierno de la oposición. Pero, ¿qué las llevó a retirarle su lealtad al Estado y jurársela a un hombre? “Las Fuerzas Armadas venezolanas nunca han sido usadas para lo que suelen usarse: para la guerra. En Venezuela ha habido conflictos entre el Estado y la guerrilla, pero no como en otros países”, explica Rommel.
Una relación clientelista
“De ahí que las Fuerzas Armadas se hayan convertido en una estructura cuya utilidad es ofrecer oportunidades de movilidad social. En circunstancias normales ellas se comportarían como un órgano constitucional neutral, pero eso no ha sido posible en los últimos años debido a la polarización política de la sociedad venezolana”, agrega Rommel, llamando la atención hacia la relación clientelista entre el Estado y los militares; una que ha intensificado la influencia de los uniformados sobre todas las esferas de la vida nacional en los últimos trece años.
Cabe aclarar que esa forma de clientelismo no es nueva. “La institución castrense siempre ha disfrutado de privilegios porque los militares no suelen provenir de la clase social alta, como en otros países. Probablemente sea por eso que ellos son más susceptibles que otros grupos a las medidas clientelistas de los Gobiernos”, dice Werz. “En Venezuela, el control del Estado sobre las Fuerzas Armadas no se alcanza por la vía de la ‘mano dura’, sino mediante esta relación clientelista y una política de laissez faire”, añade Rommel.
“El Estado suele mirar hacia otro lado cuando algunos militares se aprovechan de las posiciones claves que ocupan para enriquecerse, incurriendo en prácticas como la minería ilegal en lo más recóndito del territorio venezolano, el contrabando de gasolina en las zonas fronterizas, delitos como el narcotráfico u otros actos de corrupción, por ejemplo. Aparte de las posibilidades de ascenso legítimo –nominal y económico– que les ofrece la jerarquía castrense, muchos militares lucran mediante actividades ilícitas”, cuenta Rommel.
Algunos alegan que Chávez cuenta con la lealtad de las Fuerzas Armadas por haber pertenecido alguna vez a la institución castrense; pero el caudillo se ha visto obligado a concederles cada vez más privilegios durante su gestión. En 1999, la reforma de la Carta Magna que el mandatario promovió le otorgó a los militares el derecho al sufragio; hoy, Chávez les promete continuar la modernización del arsenal nacional, nuevos nombramientos de generales y almirantes, y aumentos salariales.
Y si gana Capriles Radonski…
Todo esto hace suponer que la preocupación de Capriles Radonski de cara a los uniformados no es si lo ayudarán a ganar las elecciones; un escenario no del todo descartable, considerando que el voto es secreto y que, como dice Rommel, “los mandos medios de las Fuerzas Armadas son más difíciles de controlar que la élite”. Los verdaderos problemas de Capriles Radonski comenzarán si asciende a la presidencia sin el respaldo explícito del poder militar. “Si gana, él no podrá reducir de inmediato los gastos que suponen las Fuerzas Armadas para el Estado”, asegura Rommel.
“El líder de la actual oposición se verá enfrentado a la difícil situación de no saber si los militares aceptarán su triunfo o no. La primera etapa de su Gobierno estará marcada por una gran labilidad y no podrá hacer otra cosa que dejar intactos los privilegios de las Fuerzas Armadas. Capriles Radonski se dará cuenta de que no puede poner fin a la corrupción en ese ámbito de un día para otro”, acota Rommel. “Si llega a ganar, él deberá tratar a las Fuerzas Armadas venezolanas como un actor político más; ellos son los militares más politizados de Suramérica”, opina Werz.
Previendo este escenario, Capriles Radonski no ha mencionado en ningún momento ni los beneficios extraordinarios que se le han concedido a las Fuerzas Armadas durante la administración Chávez ni los nexos con el narcotráfico que se le atribuyen a algunas de sus autoridades. Cuando mucho, el candidato de la Mesa de la Unidad Democrática ha jurado impedir que “el narcotráfico, la guerrilla y grupos paramilitares infiltren y usen nuestras instituciones”. ¿Sólo promesas?
Autor: Evan Romero-Castillo
Editora: Emilia Rojas Sasse