Venezuela: campaña electoral de alto riesgo
26 de noviembre de 2015Este miércoles (25.11.2015), el dirigente antichavista Luis Manuel Díaz murió baleado cuando participaba en un mitin al aire libre en Altagracia de Orituco, antigua capital del estado venezolano de Guárico. Según el secretario nacional del partido opositor Acción Democrática (AD), Henry Llamos Allup, se hicieron varios disparos contra Díaz desde un lugar cercano a la tarima que éste compartía con Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López, el preso político más prominente del Gobierno de Nicolás Maduro.
Este es el atentado más sangriento de entre los atribuidos últimamente a los “colectivos”, grupos armados descritos por expertos en conflictividad social como el brazo paramilitar de la “revolución bolivariana”. Aunque el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) desestima las denuncias y niega su conexión con el ataque del 25 de noviembre, la inminencia de los comicios que podrían poner fin a la hegemonía chavista en la Asamblea Nacional impide descartar que ese suceso fuera un acto planificado de violencia política.
Clima de guerra
No faltará quien tache el asesinato de Luis Manuel Díaz como un incidente aleatorio, otra embestida de la delincuencia común. Pero hasta los emisarios de UNASUR en Caracas se han apurado a condenar lo ocurrido y a pedir que “todos los sectores políticos” cooperen para mantener “un clima de paz y armonía” durante la campaña previa a las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. Un llamado poco persuasivo que, además, llega a destiempo, según los conocedores del acontecer venezolano consultados por Deutsche Welle.
“Da prácticamente igual que ese asesinato haya sido un encargo del Gobierno o una iniciativa independiente de los ‘colectivos’; esa violencia tiene su origen en el clima de guerra vigente desde hace tiempo”, dice Fernando Mires, profesor emérito de la Universidad de Oldenburg. “Chávez pasó años adoctrinando sobre la necesidad de que cada ciudadano ‘bolivariano’ se preparara para defender la ‘revolución’ de enemigos externos e internos”, acota Ana Soliz de Stange, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA).
“Si hubieran asesinado a Tintori…”
“Yo creo que Díaz fue un objetivo circunstancial en la mira de los autores del atentado, porque, aunque era el secretario general del partido opositor Acción Democrática en la localidad donde tuvo lugar el mitin en cuestión, él no era un político conocido a escala nacional. A mis ojos, su asesinato puede haber sido orquestado para amedrentar a Lilian Tintori –que estaba cerca de Díaz cuando fue baleado– y, por extensión, a las figuras más prominentes de la oposición antichavista, pero sin repercusiones mayores”, comenta Soliz de Stange.
“Si hubieran querido asesinar a Tintori, los criminales lo habrían hecho. No obstante, si consideramos que el ataque puede haber sido perpetrado por simpatizantes del oficialismo, debemos tener en mente que matar a Tintori no le habría convenido al PSUV. Fuera de Venezuela, nadie conoce a Díaz; pero a Tintori sí. Si hubieran matado a la esposa de Leopoldo López, los Gobiernos de UNASUR y sus representantes en Caracas se habrían visto presionados a hacer pronunciamientos menos tibios que los que han hecho ahora”, sostiene la politóloga.
Mires secunda a Soliz de Stange parcialmente: “Claro, si hubieran asesinado a Tintori tendríamos en Venezuela una conmoción absoluta. Pero, por otro lado, una situación como esa le permitiría a Maduro presentarse como garante del orden, achacarle lo acontecido a grupos extremistas y declarar un estado de excepción, ya no localizado –como el vigente en algunas zonas del país–, sino nacional. Todavía cabe sopesar la posibilidad de que el PSUV esté propiciando el caos para cancelar a última hora los comicios legislativos”, señala Mires.