Venezuela: Guaidó y la rebelión del 1 de mayo
26 de abril de 2019Tres meses después de que la reelección presidencial de Nicolás Maduro fuera declarada inconstitucional por el Parlamento de Venezuela y de que el diputado Juan Guaidó fuera proclamado jefe de Gobierno interino con base en los artículos 233, 333 y 350 de la Carta Magna, la pugna entre ambos continúa sin una clara ventaja para el segundo. Aunque Guaidó es reconocido por un número significativo de Estados, Maduro sigue contando con el apoyo de las Fuerzas Armadas y ejerciendo control de facto sobre el territorio nacional.
Consciente de su déficit, Guaidó se ha dirigido recurrentemente a los uniformados para persuadirlos de cambiar de bando. De hecho, uno de los objetivos principales de las manifestaciones convocadas por él para este 1 de mayo es conseguir que los militares unan sus voces a las de la sociedad civil y le exijan a Maduro separarse del poder. Pero, ¿por qué habrían de darle la espalda a la Revolución Bolivariana ahora si no lo hicieron –al menos no masivamente– al calor de marchas y concentraciones multitudinarias previas?
Según el diario bogotano El Tiempo, unos setecientos soldados de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) han huido a Colombia desde el 22 de febrero –cuando un espectáculo organizado en Cúcuta llamó la atención del mundo hacia la crisis de Venezuela– y se han declarado leales a Guaidó. Otras fuentes hablan de 1.200, pero esa cifra no impresiona ni a los opositores de Maduro: el Parlamento, de mayoría antichavista, ha sido acusado de desalentar la disidencia en los cuarteles con su indiferencia hacia los desertores.
La Red de Seguridad y Defensa de América Latina (RESDAL) indica que la FANB tenía 365.315 miembros en 2016. Y Maduro asegura que en su guardia pretoriana, la Milicia Nacional Bolivariana –que, hasta nuevo aviso, no debe ser confundida con los “colectivos chavistas”–, hay 2,2 millones de civiles armados y entrenados para impedir su derrocamiento. Por si fuera poco, Estados Unidos ha denunciado la presencia de militares cubanos y rusos en el país sudamericano. Estos frentes hacen que el “Ejército” de Guaidó luzca muy pequeño.
El alto costo de la rebeldía
A juicio de la periodista Sebastiana Barráez, que cubre la fuente castrense desde hace tres décadas y escribe para los sitios informativos Infobae y Punto de Corte, es improbable que esta correlación de fuerzas cambie a corto plazo. Si bien ese millar y pico de militares que ahora apoya a Guaidó no es desdeñable, como tampoco lo son los otros miles de uniformados que han abandonado la FANB en los últimos dos años, nada apunta a que los actos de rebeldía se generalizarán en el futuro cercano. El precio a pagar por ello es muy alto, dice.
“Un militar que respalde a Guaidó puede ser expulsado formalmente del Ejército, la Aviación o la Marina, dejar de recibir su salario y otros beneficios económicos, ver perseguidos a sus familiares y ser arrestado por razones políticas. Actualmente hay 150 uniformados –incluidos oficiales de alto rango– detenidos bajo cargos como traición a la patria, instigación a la rebelión e infracciones contra el decoro militar. Todo eso eleva el costo de pronunciarse a favor de Guaidó en el seno de la FANB”, explica la comunicadora.
Ivo Hernández, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Münster, coincide con Barráez. “Temiendo un golpe de Estado como el que él mismo intentó propinar en 1992, el difunto presidente Hugo Chávez (1999-2013) y su sucesor, Maduro, permitieron que sus aliados en La Habana infiltraran a las Fuerzas Armadas venezolanas con agentes de los servicios secretos cubanos. De ahí que los militares venezolanos se sepan permanentemente vigilados por el aliado principal del chavismo en América Latina”, comenta.
Los temores del generalato
“Eso inhibe a muchos de quienes tenderían a apoyar a Guaidó de articularse y comunicarse entre ellos. Nadie quiere rebelarse solo”, acota Hernández. Washington da por sentado que lo que mantiene a Maduro en el poder son alrededor de 25.000 cubanos que operan desde el seno de las fuerzas de seguridad venezolanas. “Añadamos a eso que la mayoría de los soldados reciben sueldos muy bajos y los generales gozan de enormes beneficios por su involucramiento directo e indirecto en el narcotráfico”, esgrime el especialista de Münster.
“Los unos no quieren morir de hambre y los otros no quieren ir a prisión”, resume Hernández. Guaidó ha tratado de quebrar la alianza de la FANB con el chavismo prometiéndoles a los potenciales desertores que seguirán activos y conservarán sus grados cuando tengan lugar nuevas elecciones y un nuevo Gobierno entre en funciones. No obstante, analistas del diario The Washington Post informaron recientemente que las deserciones se han reducido de entre ochenta y cien por día –su punto más alto– a apenas dos o tres.
Por otro lado, observa Barráez, Guaidó no puede esperar un gran apoyo de las Fuerzas Armadas si él no exhibe una genuina capacidad de mando. “Guaidó no ha convencido a la FANB de que él puede enfrentarse a Maduro, quien ostenta un control meramente formal, circunstancial, sobre la jerarquía militar. El liderazgo de Maduro es muy débil; él ejerce influencia sobre los militares a través de su ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino López. Actualmente, ese es el único oficial con verdadera autoridad”, subraya.
“La mayoría de los militares –desde la soldadesca hasta el generalato– está profundamente descontenta con la presidencia de Maduro. Padrino López es el muro de contención que impide que la FANB se alce”, enfatiza la periodista.
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