Venezuela y Colombia, de palabras y fusiles
26 de abril de 2017En el curso del último mes, dos sucesos distintos han vuelto a malquistar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con el de Colombia, Juan Manuel Santos. El 22 de marzo, Bogotá denunció que decenas de militares venezolanos habían acampado en suelo colombiano e izado allí la bandera de ocho estrellas. Varios días después se dio por superado ese incidente, pero comenzaron los dimes y diretes que hasta hoy enfrentan a ambos mandatarios: Santos criticó con inusual franqueza la política interior de Maduro y éste amenazó con revelar información comprometedora sobre la negociación de la paz entre el Ejecutivo de Santos y las FARC.
¿Guerra en puertas?
Como en otros capítulos de la historia binacional, estas fricciones son percibidas como augurio de conflictos mucho más violentos. ¿Cabe esperar confrontaciones bélicas entre estos vecinos? "Yo creo que eso es poco probable. Aunque algunas facciones políticas clamaron porque el Ejecutivo colombiano respondiera de una manera más contundente al episodio de los militares venezolanos, Santos prefirió manejar el asunto con diplomacia para evitar que Maduro encasillara a Colombia en el rol del enemigo externo”, opina Viviana García, investigadora del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), con sede en Hamburgo.
"Hasta ahora, Santos ha impedido que Maduro use a Colombia para atenuar las tensiones internas de Venezuela”, subraya García, explicando que la discusión sobre asuntos limítrofes y militares suele ser instrumentalizada para apelar al sentimiento patriótico y cazar respaldos. "En uno u otro momento, a ambos lados de la frontera se ha atizado el miedo a una guerra entre Venezuela y Colombia con fines políticos. La última vez que se hizo fue cuando Álvaro Uribe estaba en la jefatura del Gobierno colombiano (2002-2010). Y en este instante, la coyuntura de ambos países se presta para reavivar ese temor”, advierte García.
Hace poco, la ministra de Exteriores de Colombia, María Ángela Holguín, dio por sentado que "provocaciones” como la del 22 de marzo se repetirían en el futuro. Pero, ¿qué tan lejos puede llegar el Gobierno de Maduro? "Es difícil prever si Venezuela se atrevería a atacar infraestructura de vital importancia para el Estado colombiano, por ejemplo. Yo lo veo improbable porque un objetivo clave de la política exterior de Maduro es evitar que Venezuela sea percibida como un Estado agresor o como uno que viola el derecho internacional”, dice Víctor Mijares, profesor de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.
Comparando arsenales
"No obstante, debemos tener en cuenta que de las disputas territoriales militarizadas que ha habido en toda América Latina, desde las luchas independentistas del siglo XIX hasta hoy, dos tercios se han dado entre Venezuela y Colombia. Estos países tienen un largo historial de incursiones y tensiones diplomáticas, aunque nunca de guerras declaradas. Si consigue la manera de presentar a Colombia como la instancia agresora, Maduro puede ordenar nuevos cierres de frontera, incursiones o movilizaciones fronterizas de militares con miras a distraer a los venezolanos de las estrecheces que los afligen”, sostiene Mijares.
Ivo Hernández, de la Universidad de Münster, descarta la posibilidad de una conflagración colombo-venezolana. "¿Con qué arsenal va Venezuela a hacerle la guerra a Colombia? China le ha vendido a Venezuela equipos antimotines y Rusia, aeronaves que vuelan y se caen. Una cosa es disparar contra estudiantes desarmados y otra enfrentarse a un Ejército profesional como el colombiano... Si a Maduro se le ocurriera hacerle la guerra a Colombia, Santos evitaría la confrontación porque él no es de los que bajan al nivel de un picapleitos como Maduro. Además, Colombia, como país agredido, tendría el respaldo del continente”.
García disiente, trayendo a colación que hasta hace poco se hablaba de una carrera armamentista en Sudamérica. "Ambos países están bien equipados, pero tienen fortalezas diferentes. Sobre todo en los años noventa, las fuerzas militares colombianas pasaron por un proceso de modernización en materia de entrenamiento y equipamiento, pero de cara a un conflicto irregular, es decir, a una lucha contra insurgentes, contra guerrilleros. En cambio, la Venezuela de Chávez adquirió equipos militares para combates de mayor envergadura con miras a repeler la intervención de Estados Unidos que supuestamente estaba en camino”.
Un año complicado
"El chavismo siempre ha intentado proyectar los problemas internos de Venezuela hacia Colombia, señalándola como la fuente de inestabilidad de la política venezolana. El dilema de los colombianos es que, aunque sus Fuerzas Armadas se sientan obligadas a reaccionar a las provocaciones venezolanas, ellas saben que cualquier malentendido fronterizo que se militarice va a favorecer a Maduro. Ese dilema se ve agravado por las presiones que el uribismo ejerce sobre Santos para que implemente una política de ‘mano dura' frente a Venezuela y por la inminencia de las elecciones presidenciales en los dos países”, apunta Mijares.
"Estamos entrando en una coyuntura muy difícil de la relación bilateral. En 2018 coincidirán los comicios presidenciales con la implementación del acuerdo de paz con las FARC y la continuación de la crisis política y humanitaria en Venezuela. Colombia tiene una papa caliente en las manos porque no sabe qué hacer con su vecino y Venezuela se ha vuelto casi inmune a cualquier tipo de influencia que pueda ejercer Colombia. Antes de las pugnas entre Uribe y el presidente venezolano Hugo Chávez (1999-2013), ambos países llegaron a tener una balanza comercial anual de 7.500 millones de dólares”, explica el experto de la Pontificia Universidad Javeriana.
"Colombia era la principal proveedora de productos alimenticios de Venezuela. En este momento, la balanza comercial binacional llega a 500 millones de dólares al año, cuando mucho. Una de las razones por las cuales el Gobierno de Maduro se ha mantenido incólume, a pesar de las presiones de sus vecinos, es la poca influencia financiera que América Latina tienen sobre él. En términos financieros, Venezuela depende de potencias extracontinentales y del sector privado petrolero estadounidense”, añade Mijares, anticipando un cierre desapacible para la gestión de Juan Manuel Santos.
Evan Romero-Castillo