Venezuela y la rebelión de Caguaripano
7 de agosto de 2017La agencia de noticias EFE hablaba de decenas y la dpa, de centenares. En todo caso, una muchedumbre salió a la calle en la ciudad venezolana de Valencia, capital del estado Carabobo (centro-norte), para manifestarle su apoyo al grupo de militares que se declaró “en rebeldía” contra el “hombre fuerte” de Caracas, Nicolás Maduro. Su manifiesto político en formato de video se hizo viral este domingo (6.8.2017).
Opositores al régimen se acercaron al Fuerte Paramacay –escenario de la presunta sublevación, descrita por la cúpula castrense venezolana como un“"ataque terrorista”– y les pidieron a los alzados que perseveraran, pese a que desde el alto Gobierno ya se había asegurado que la situación había sido controlada. Ese respaldo inmediato trajo a la memoria el que recibió Hugo Chávez tras el fracaso de su intentona golpista en 1992.
Probablemente escaldados por las consecuencias políticas del espaldarazo que se le dio a Chávez, más de uno contempló el suceso de este 6 de agosto con el mismo escepticismo reservado para Óscar Pérez, el policía acusado por las autoridades venezolanas de robar un helicóptero y atacar las sedes del Tribunal Supremo de Justicia y el Ministerio del Interior el pasado 27 de junio, con ayuda de varios hombres encapuchados.
Pérez se pronunció en contra de Maduro en un video y reapareció en otro el 5 de julio, intentando convencer a los opositores de que su compromiso contra la dictadura era genuino. En vano: sigue sin estar claro si la heroica puesta en escena de Pérez es un artificio diseñado por el régimen o si él y su grupo realmente se deslindaron de las fuerzas de seguridad del Estado para unirse a las filas de la oposición.
Esperanza y recelo en Venezuela
La izquierda alemana está convencida de lo último y le reclamó airadamente al Gobierno de Angela Merkel el no haberse pronunciado contra “el fallido golpe de Estado” de Pérez y su puñado de camaradas. En Venezuela, el recelo prevalece por necesidad; no sólo frente a Óscar Pérez, sino también frente a Juan Carlos Caguaripano Scott, quien a estas alturas ya es percibido como el líder del “levantamiento militar” de este domingo (6.8.2017).
Ewald Scharfenberg, miembro del equipo de periodismo investigativo Armando.Info y corresponsal del diario español El País en Caracas, comentaba en Twitter: “Del chavismo al caguaripanismo sólo hay un paso de bota militar”, desaconsejando, con un toque de humor agrio, cifrar esperanzas en un militar del que se sabe poco. La abogada Rocío San Miguel, especialista en todo lo concerniente a la institución castrense, lanzó una advertencia similar en otro tuit:
¿Quién es Juan Caguaripano? Héctor Pereira, de la agencia EFE, lo ha descrito como “el capitán rebelde que remece la Fuerza Armada venezolana en contra de Maduro”. Pereira cuenta que Caguaripano fue expulsado de la Guardia Nacional Bolivariana (la policía militarizada) bajo cargos de traición a la patria y rebelión en 2014, cuando hizo público su desprecio por la “Revolución Bolivariana” al calor de la represión de las protestas antigubernamentales.
En abril de 2014, identificándose como capitán activo de la Guardia Nacional Bolivariana, Caguaripano puso a circular en las redes sociales su primer “llamado de reflexión” a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Allí aseguraba que había “sobradas razones legales y constitucionales para intervenir”; entre ellas, “la ocupación, intromisión y violación de la soberanía nacional por parte de agentes cubanos y grupos narcoterroristas extranjeros”.
¿Quién es el “capitán rebelde”?
A sus ojos, “todos los ámbitos de la administración pública y militar” de Venezuela estaban bajo la injerencia indeseable de un Gobierno extranjero y mafias de la droga. Caguaripano también denunció que había uniformados “cumpliendo órdenes abusivas y arbitrarias, protegiendo a colectivos [grupos de civiles armados por el régimen de Maduro con miras a que actúen como grupos de choque]”.
Además, siempre según la semblanza de EFE, el capitán habría manifestado su repudio a “la conformación vergonzosa de frentes civiles armados, de guerrilla urbana y rural en todo el territorio nacional, dispuestos a matar y masacrar en defensa de un grupo político bajo la protección de autoridades legítimas”, a la “destrucción sistemática de la identidad militar” y a la "manipulación descarada del poder Electoral y Judicial”.
En un comunicado emitido este 6 de agosto, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) señaló que Caguaripano “huyó del país y recibió protección en Miami, Estados Unidos” en 2014. EFE apunta a que el exmilitar permaneció en la clandestinidad, desde donde supuestamente contribuyó a diseñar un plan golpista frustrado en 2015, que recibió el nombre de Operación Jericó y habría incluido matar a Maduro.
Diosdado Cabello, primer vicepresidente del PSUV, declaró en 2015 que Caguaripano había tenido conexiones con miembros de los cuatro componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) en 2014 y que su meta era orquestar una sublevación con “vinculaciones internacionales” para derrocar a Maduro. “No van a vencer (...) durarán 25 minutos y es mucho”, advirtió entonces Cabello.
Dudas razonables
Este domingo (6.8.2017), bajo el alias de “comandante de la Operación David Carabobo”, Caguaripano reapareció en un video, flanqueado por una veintena de hombres portando uniformes militares, para tomar por asalto la 41ª Brigada de Blindados del Batallón Paramacay, asentada en Valencia. Rocío San Miguel es una de las conocedoras de la institución castrense que pone en duda la veracidad de la “rebelión” aludida.
En entrevista con DW, San Miguel –abogada, activista de derechos humanos y presidenta de la organización no gubernamental Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada Nacional– tachó de improbable que un oficial expulsado de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) bajo imputaciones de traición a la patria y rebelión, y en la mira del régimen, accediera a una instalación como el Fuerte Paramacay, el cuartel con mayor poder de fuego en el país.
Y es que, como disidente, Caguaripano no había pasado inadvertido. En 2014, durante una entrevista con CNN, él enfatizó que había “muchos” militares molestos con el Ejecutivo de Maduro y que ocho de cada diez oficiales –según sus cálculos– estaban buscando la manera de salir del sucesor de Chávez a pesar de los riesgos que eso implicaba. Caguaripano admitió que, debido a sus convicciones, ya se le había castigado con el retraso de sus ascensos.
En esa entrevista, el excapitán agregó que había sido acusado de conspiración y detenido por ello en 2008. ¿Es su reaparición en Valencia un montaje del régimen, producto de un descuido de las fuerzas de seguridad del Estado, que le han jurado lealtad a Maduro, o indicio de que éstas son más permeables de lo pensado a oficiales expulsados por su disidencia? Es demasiado temprano para saberlo.
Evan Romero-Castillo (DZC)