Vuelta al más viejo estilo al Qaeda
24 de agosto de 2017Una media hora antes de ser abatido por la policía catalana Younes Abouyaaqoub, uno de los principales autores del atentado de Barcelona, trató de buscar ayuda. En Subirats, un pequeño pueblo situado a unos 50 kilómetros al oeste de Barcelona, se acercó a la parte trasera de una casa y silbó suavemente. El dueño oyó el ruido, miró por la ventana y vio al joven. Este esperaba que estuviera en la casa una familia marroquí vivía allí antes, pero que se había mudado hace algún tiempo. El nuevo propietario sospechó y llamó a la policía.
El hecho sugiere que los doce jóvenes terroristas no tenían conexiones con otras células yihadistas en Barcelona y sus alrededores. Por otro lado, no está claro dónde estuvo Abouyaaqoub durante esos cuatro días. El hecho de que no llevara dinero con él podría indicar, según la policía, que obtuvo ayuda de alguien. También que se encontraran en los registros billetes de avión para Francia.
Conexiones locales
Pero parece como si los jóvenes hubieran estuvieran aislados. Se radicalizaron a través de Abdelbaki Es-Satty, imán de Ripolls, una ciudad a los pies de los Pirineos, donde casi la totalidad de los sospechosos, de entre 17 y 20 años de edad, vivían. Es-Satty murió en la explosión en Alcanar, donde trataban de fabricar explosivos. Ni familiares ni conocidos imaginaban lo que estaba pasando.
Es-Satty "tuvo cuidado de no difundir mensajes radicales en sus sermones", explican agentes policiales al diario El País. También tenía poco acceso a Internet. "Volvió al viejo estilo de al Qaeda", explica un policía. "Habló personalmente con los jóvenes, se reunió con ellos en automóviles o en habitaciones cerradas". El propio imán probablemente se ha radicalizado en la cárcel de Castellón, en Valencia, donde estuvo de 2010 a 2014 por tráfico de drogas. Salió como un musulmán radical.
En enero de 2016 viajó a la localidad belga de Vilvoorde, junto al Aeropuerto de Bruselas y antiguo feudo yihadista. Allí pidió un puesto como imán, explica el alcalde, porque "no tenía futuro en España". Levantó sospechas y las autoridades belgas informaron a sus colegas en Barcelona. No había nada en contra de Es-Satty.
Yihadistas en España
Barcelona es uno de los centros del radicalismo islamista en España, donde 723 yihadistas han sido arrestados desde 2004. En la capital catalana se celebraron convenciones islamistas radicales entre 2012 y 2015, explica el periodista Ignacio Cembrero en su libro ‘La España de Alá'. El más grande se llevó a cabo en la ciudad de Reus en 2014 con tres mil participantes, la mayoría provenientes de España, pero también de la península arábica, Egipto, Jordania y Marruecos. Congresos como estos sirven para establecer contactos personales que los yihadistas pueden después retomar.
Se establecen relaciones y se inunda Internet, pero al mismo tiempo crece la vigilancia digital. Por eso los terroristas y sus predicadores, como se ha visto con Es-Satty, vuelven a los contactos directos. Estado Islámico había dejado de recurrir a ellos. Durante mucho tiempo instaba a sus simpatizantes a cometer pequeños atentados que copen Internet.
Con las promesas como "¿no tienes bombas? ¡No hay problema!", se dirigía el ya fallecido Abou Mohammed Al-Adnani, portavoz de Estado Islámico, en un mensaje de video a su audiencia. "Si no tenéis explosivos o armas, entonces atacad a un infiel aislado, estadounidense, francés o de sus aliados. Golpeadlo en la cabeza con una piedra, rajarlo con un cuchillo o atropelladlo con vuestro coche o arrojadlo por donde sea, ahogado o envenenadlo".
Para atentados de este tipo no se necesita mucha organización. Basta, como en el caso de Barcelona, un imán yihadista en una estrecha habitación y conexión a Internet o a un igualmente estrecho círculo de simpatizantes. Cuanto menor es el círculo, más protegidos están de ser descubiertos. Al menos, en muchas ocasiones, esa parece la lógica del Estado Islámico.
Kersten Knipp (lg/jov)