Los torrentes de agua barrieron comarcas enteras en un instante. Poco a poco, los vecinos van volviendo a sus casas, o a lo que queda de ellas. En la noche del 14 al 15 de julio de 2021, las tormentas devastaron regiones enteras de Renania del Norte-Westfalia y Renania-Palatinado. El fin de semana, las fuertes precipitaciones también dejaron un reguero de destrucción en Baviera. Enseguida todos los que se encontraban in situ se pusieron manos a la obra para intentar reparar los daños. Desde los vecinos, pasando por los expertos de la Organización alemana de Socorro Técnico, la policía, los servicios de rescate y los bomberos, hasta el Ejército, de nuevo en misión en Alemania, como durante la pandemia de coronavirus. En el autódromo de Nürburgring cientos de voluntarios organizan y empaquetan ayuda para las víctimas. Es difícil concebir con qué fuerza y rapidez se perdieron tantas vidas, además de las pertenencias y el sustento de tantas personas. Pero se puede imaginar el sufrimiento de los habitantes viendo las montañas de escombros de las localidades en torno al río Ahr o en el distrito de Berchtesgadener Land, lugares pintorescos hasta unos días antes. Muchos no solo perdieron sus posesiones, sino también a familiares y amigos. La labor de reconstrucción recién comienza y probablemente se demorará años. Pero de una cosa no cabe duda: es imposible hacer frente a una catástrofe de estas dimensiones sin ayuda. Se trata de un desafío para todo el país. Toda la sociedad debe reflexionar sobre qué se podría haber hecho mejor antes del desastre y cómo se podría preparar para responder mejor en el futuro a este tipo de fenómenos naturales.