Afganistán se cobra otras tres vidas alemanas
15 de agosto de 2007En un atentado en la capital afgana, según informes de la Policía local, un convoy diplomático fue detonado. Aunque la información es todavía escueta se trataba de empleados de la Oficina Federal de Investigación Criminal destinados en la Embajada alemana. Hay al parecer una persona herida, cuya nacionalidad no se ha confirmado. Mientras que el ministerio alemán de Relaciones Exteriores no ha realizado declaraciones al respecto, los talibanes afganos reivindican en una página web el atentado. Según informan las agencias, el jefe policial del distrito de Bagrami, al sureste de Kabul, detalló que el convoy fue alcanzado por una bomba activada por control remoto. El atentado ocurrió camino a una base de entrenamiento afgana y de la OTAN.
Balance violento
Las víctimas alemanas de la violencia en Afganistán se van sumando: hace menos de tres meses que tres soldados alemanes murieron en un atentado suicida en Kundus; desde hace cuatro semanas un ingeniero germano se encuentra secuestrado en poder de las milicias radicales islamistas talibanes. Y los muertos pesan en la balanza de una percepción general: ¿no podrían ahorrarse los alemanes estas pérdidas?
Reacciones políticas
Al respecto, el secretario general de la Unión Cristianodemócrata, Ronal Pofalla, hizo expresa su condolencia, a la vez que recalcó la importancia y la relevancia de la presencia alemana en esa misión. “No debemos retroceder ante el terror de los talibanes”, declaró a la prensa. El líder de los Liberales, Guido Westerwelle aseveró estar muy conmovido y recalcó la loable labor de las víctimas “que trabajaron por la seguridad y la estabilidad en un país profundamente herido”.
Por su parte, el líder de los socialdemócratas, Kurt Beck aclaró que si bien estas pérdidas deben ser tenidas en cuenta en el debate en torno a la prolongación de la presencia alemana en Afganistán, una decisión de esa envergadura no debe ser una reacción a un golpe de esta clase. Alemania tiene que seguir aportando al proceso de reconciliación y normalización de ese país, opina Beck haciéndose eco de las palabras del ministro alemán del Exteriores, Frank-Walter Steinmeier.
Ni atentados, ni secuestros, tampoco muertos civiles o militares parecen hacer dudar a la política alemana de la importancia de participar en esta guerra sin cuartel. Algunos políticos de los Verdes, sin embargo, exigieron al Gobierno la presentación de todos los detalles y los riesgos antes de decidir acerca de la prolongación de las misiones del Ejército alemán.
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Tres mandatos, gran confusión
La presencia alemana en Afganistán obedece a tres mandatos diferetenes: en el uno se trata de colaborar con las fuerzas comandadas por Estados Unidos en la operación militar Enduring Freedom; el segundo pretende la reconstrucción del país y está a cargo de Naciones Unidas; y en el tercero se trata de cooperar con los reconocimientos aéreos a cargo de la OTAN. Para esto último, Alemania puso a disposición 6 aviones Tornado y 200 soldados.
Sin embargo, al parecer, tanto en la percepción general de la población afgana como en la práctica no existe una clara línea entre la presencia de militares extranjeros que pretenden ayudar a la reconstrucción y los que se encuentran en el país con la expresa misión de combatir a las milicias talibanes. Es más, mucho indica que en el balance cotidiano, la misión en Afganistán no está dando resultados, pues ni está consiguiendo su propósito de “ganarse la confianza de la población” ni se ha logrado terminar con las milicias talibanes, que, como consta una vez más, siguen matando.