Alemania empata a duras penas con Japón
30 de mayo de 2006Pese a que la comunión del equipo y la afición es total, las dudas se multiplican justo antes del debut ante Costa Rica. Una auténtica marea de banderas y cánticos ha intentado llevar a buen puerto a un equipo que hasta no hace mucho amenazaba con naufragar. Pero el barco aún parece ir a la deriva. Ha quedado claro que el espíritu y el trabajo no son suficientes para optar al campeonato. Un pancarta colocada en uno de los fondos del Bayarena rezaba: "Alemania renace de las cenizas, como el ave fénix". De momento, el pájaro sigue en la UCI y con respiración asistida.
Somnífero inicial
En el primer tiempo, más de alguno habrá vislumbrado que la estrategia germana consistía en aburrir al contrincante (y de paso al espectador), con la esperanza de hacerlo perder interés en el jugo y descuidarse. Tuvieron que pasar 20 minutos para que los alemanes llegaran por primera vez a las inmediaciones del arco nipón. Sin embargo, el tiro de Michael Ballack, quien se recuperó ya del leve esguince que le impidió participar en el previo partido amistoso contra Luxemburgo, no logró inquietar en lo más mínimo al portero Kawaguchi.
El que sí se veía inquieto a esas alturas del juego era Klinsmann, por no vislumbrar en sus muchachos la garra que ha tratado de inculcarles en los últimos meses. No era eso lo que se esperaba de un entrenador que había prometido un fútbol ofensivo y no un somnífero. Pero los nipones, como buenos orientales, son virtuosos en el arte de la paciencia. Por eso, la estratagema no podía dar en principio buenos resultados.
En lugar de dormirse, los japoneses velaron porque el partido saliera del sopor del primer tiempo y, a los 12 minutos del segundo, Takahara (quien juega en Hamburgo) derrotó al arquero Jens Lehman. A partir de entonces, el partido ganó en atractivo, como suele suceder en estos casos. Y fue entonces cuando entró a la cancha la gran novedad de la escuadra alemana: el debutante David Odoncor. Pero, la sorpresa no la dio él, sino el ya citado Nakahara, quien se repitió el plato, marcando el segundo gol. Odoncor, por su parte, no recibió ovaciones, sino una tarjeta amarilla, por simular haber sido víctima de un foul.
El despertar germano
La esperanza alemana revivió a los 75 minutos, con el gol de Miroslav Klose, que hizo deshacerse en elogios a los comentaristas y salir de su mutismo a los hinchas que acudieron al estadio de Leverkusen. Schweinsteiger hizo luego lo propio, igualando el marcador. De ahí en adelante, la emoción se mantuvo en los minutos restantes, que poco parentesco tuvieron con el primer tiempo.
Japón, lejos de amilanarse, siguió dando pelea hasta el final. Y, a fin de cuentas, fue el que imprimió el ritmo al partido, forzando a los dueños de casa a decidirse por fin a jugar. Tanto es así que los alemanes parecieron sentirse satisfechos con el marcador final, de 2 a 2, ante un rival que se mostró fuerte pero no pertenece en absoluto a la primera liga de los favoritos para el Mundial 2006.