Barack Obama, frenado por los votantes
3 de noviembre de 2010En cierto momento de la pasada noche electoral en Estados Unidos, las cifras empezaron a dejar de tener importancia para la Casa Blanca. Mientras las encuestas previas se confirmaban, quedaba claro que en estas legislativas el Partido Republicano no había encontrado grandes dificultades a la hora de hacerse con los 39 escaños que necesitaba para recuperar la mayoría en la Cámara baja del país, hasta ahora en manos de los demócratas de Barack Obama.
Los ciudadanos han votado pararle los pies al presidente: así reza el mensaje y éste resulta difícil de ignorar. Una fuerte oposición, con la que tendrá que librar durante los próximos dos años, se forja en el horizonte político de Obama, sobre el que recae ya el reproche de no haber cumplido sus promesas y que, pese a que su partido ha obtenido 49 asientos en el Senado frente a los 44 de los republicanos, no podrá en lo sucesivo gobernar a sus anchas.
Gobernando en minoría
Trabajo conjunto les ha ofrecido Obama a los republicanos. Muchas más opciones no le quedan al mandatario estadounidense. Por teléfono habló con John Boehner, el probable próximo jefe de la Cámara de Representantes, y con el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, para transmitirles su esperanza de que “encontrar una base común que haga avanzar al país" sea posible.
Los republicanos aceptan en principio la colaboración con el Gobierno, pero ponen énfasis en los objetivos que tan buena acogida han encontrado entre los votantes: ayudar a las pequeñas y medianas empresas, reducir el desempleo y el déficit presupuestario deben tener prioridad. Y frenar la reforma del sistema sanitario, el proyecto estrella de Obama, aunque poco éxito se les prevé en esto último, teniendo en cuenta que no dominan el Senado y que el jefe del Estado posee derecho de veto.
Barack Obama no será el primer presidente obligado a gobernar en minoría. Ya sus predecesores Bill Clinton -con el que más se lo identifica- o el republicano Ronald Reagan, por no retroceder demasiado en la historia del país, tuvieron que hacerlo, incluso con minoría en ambas Cámaras.
“Derrocar” a Obama
Pero no sólo la Cámara Baja han logrado conquistar los republicanos: también de las elecciones en varias gobernaciones salieron los conservadores victoriosos. Ocho cargos de gobernador, revelan los recuentos iniciales, les habrían arrebatado a los demócratas. En Kansas, Oklahoma, Tennessee, Pennsylvania, Michigan, Wyoming, Nuevo Mexico y en el decisivo Estado de Ohio- que no pocas veces ha jugado un papel destacado en las elecciones presidenciales- han perdido los miembros del partido de Obama.
La ambiciosa agenda y las promesas de "cambio" y "esperanza" están pasándole factura al presidente. Tras casi dos años de ingentes esfuerzos gubernamentales -e inversiones, a costa de la cada vez mayor deuda nacional- por conseguir salir de la peor crisis vivida en Estados Unidos desde la Gran Depresión, la economía sigue sin repuntar y el desempleo roza el diez por ciento. El "yes we can" se ha desvanecido, transformándose en una "ira" y "frustración" que el Partido Republicano ha sabido aprovechar y ha dado alas a movimientos como el Tea Party.
"Esta noche, el Tea Party es un maremoto y estamos enviando un mensaje, un mensaje de cordura fiscal, de un gobierno constitucionalmente limitado y de presupuestos equilibrados", resumió Rand Paul, uno de sus líderes más visibles del “partido del té”, el ideario ultraconservador. "Tengo un mensaje alto y claro: ¡Hemos venido a recuperar nuestro gobierno!", añadió.
Y es que parece que, por encima de cualquier meta de recuperación financiera, “derrocar” a Obama se haya convertido en el primer fin de las fuerzas a la derecha de los demócratas, y por desgracia para el presidente, en el de muchos de sus ciudadanos. Estas elecciones legislativas son, sin duda, una señal de advertencia para el actual inquilino de la Casa Blanca. (dpa)
Editora: Luna Bolívar Manaut