Berlín, invadida por los cuervos
5 de octubre de 2012Es un sábado a la noche como cualquiera en Berlín, en la gran plaza céntrica de Alexanderplatz. Sobre la cabeza de turistas y berlineses, y en medio del bullicio de la ciudad, se cierne una bandada de cuervos que planea por el gris cielo otoñal. Se dirigen hacia el distrito gubernamental, un lugar en el que los árboles les ofrecen un tranquilo albergue nocturno. También suelen refugiarse en el aeropuerto berlinés de Tegel, en el Mauerpark o en el parque Tiergarten.
El único problema es que muchos berlineses observan con cierto temor el movimiento masivo de estas aves, que recuerda un poco a escenas de la famosa película de Alfred Hitchcock, “Los pájaros”. Incluso hay quien dice que alguna vez los cuervos atacaron a unos paseantes en el Prenzlauer Berg, y que hubo que cerrar la plaza del Deutsche Theater debido a su comportamiento agresivo. Pero los cuervos, en realidad, solo están defendiendo lo que consideran suyo: su territorio y sus crías, algo que el hombre no debería olvidar al juzgarlos e interactuar con ellos.
Interacción entre aves y humanos es complicada
Según el ornitólogo Jens Scharon, de la Asociación Alemana para la Conservación de la Naturaleza (NABU), los ataques a peatones se producen, por lo general, solo en primavera, la época de incubación de los huevos. Es decir que se trata de una conducta netamente protectora de la cría. El biólogo estima que se calculan de cinco a diez casos por año. “Por lo general, se trata de parejas de cuervos que protegen su territorio de manera extrema, y son más bien la excepción que la regla”, explica.
A menudo, los pichones caen de sus nidos en los árboles al tratar de iniciar el vuelo, y la gente cree que debe recogerlos para ir en su ayuda, algo que papá y mamá cuervo no ven con demasiada simpatía. Para ellos, los humanos están intentando robarles sus crías: así de simple.
También la predominancia del ser humano sobre los animales hace que muchos cuervos que se han acostumbrado al contacto con seres humanos que los alimentan hayan perdido del todo el miedo a las personas. “Los cuervos no entienden la diferencia entre las personas que se alegran de que ellos coman picoteando de sus manos, y otros que se sienten amenazados por esa actitud y por su cercanía”, señala Jens Scharon.
Los pájaros reflejan los cambios en el medioambiente
Los cuervos no son una amenaza para el hombre ni una plaga, de acuerdo con la opinión de Guntram Meier, biólogo y experto en especies animales invasivas. Las aves reflejan, sencillamente, la cambiante relación entre la ciudad y las zonas campestres, que se vuelven cada vez más urbanizadas. Berlín es un lugar ideal para los cuervos, que buscan alimento en los basureros de los puestos ambulantes de comida y entre los restos de los picnics en los parques. Además, cada vez hay más superficies no cultivadas en las cercanías, por lo cual los pájaros buscan fuentes alternativas de alimento.
Cuando las cornejas, la especie de cuervos natural de esta región, se encuentran con sus competidores del Este europeo, los grajos, la cosa se pone densa. Hasta los protectores de animales admiten que los juegos y la búsqueda de alimento de esas aves pueden llegar a ser un problema. Especialmente cuando se les ocurre recoger con sus picos las nueces que caen de los árboles sobre los automóviles y los techos. O cuando se ponen a jugar con las piedras con que se cubren los techados de ciertos edificios. Cierta vez, dice Guntram Meier, los cuervos llegaron a agujerear notablemente el techo de la estación central del ferrocarril de Berlín, el del Estadio Olímpico y el de un gran hotel de esa capital.
Es necesario comprender a los animales
¿Qué hacer entonces ante el avance, por momentos agresivo, de los cuervos berlineses? Ciertamente, la solución no es cazarlos ni de destruir sus nidos, algo prohibido por la Ley alemana de Protección a los Animales. Pero sí se puede espantarlos, dice Guntram Meier. Se pueden colocar redes para que no pasen, o colocar ramas con espinas en los bancos de las plazas. “A veces alcanza con solo cortar algunas ramas altas de los árboles o colocar los toneles de basura en otro lugar”, señala el experto. “Pero lo principal es tratar de comprender el comportamiento de esas aves, e intentar ponerse en su lugar”.
Autora: Lydia Heller/ Cristina Papaleo
Editora: Emilia Rojas-Sasse