En Berlín-Potsdam se prueba la electromovilidad
28 de abril de 2010Un millón de automóviles eléctricos quiere poner en circulación el ministro alemán de Tránsito hasta el año 2020. Ambiciosa meta. Berlín pone 500 millones de euros a disposición del paquete coyuntural para desarrollarlos e introducirlos en el mercado. Ocho regiones modelo han sido escogidas para ensayarlos, entre ellas Berlín/Potsdam.
El encendido de un Smart eléctrico es casi imperceptible. Click. Rolf Bauer, un hombre de 71 años que pone a prueba este nuevo tipo de vehículos, está encantado con el proyecto, ocho semanas después. “Maravilloso, arranca como un coche de bomberos. Y lo mejor: no hay tubo de escape. Eso es lo máximo”. El Smart eléctrico no poluciona, no huele mal. 150 kilómetros recorre antes de tener que volver a conectarse. Son máximo 100 los automóviles de este tipo que recorren la capital alemana. En diez años podrían llegar a ser 100.000; la propuesta es que Berlín sea precursora en cuanto a la electromovilidad.
Entrega con automóviles eléctricos
Thomas Meissner, jefe de sección de la Fundación para la Tecnología de Berlín, coordina diversos proyectos: “El proyecto BeMobility ha empezado. Es un nuevo tipo de carsharing –programa de automóvil compartido- con automóviles eléctricos, que se complementa con bicicletas a motor. También para el sector del transporte de carga tenemos planes. Es decir, en el ramo de la logística nos proponemos que haya automóviles eléctricos, tanto en el suministro al por menor como en los servicios de entrega de paquetes”.
Para este verano están previstos los primeros recorridos por la ciudad. Aparte de eso, varios consorcios eléctricos y empresas constructores de automóviles quieren probar la nueva tecnología. El proyecto de Daimler y RWE con los Smart es uno de ellos. BMW y Vattenfall han puesto a circular a prueba 50 minis eléctricos. Para cargarlos, la capital alemana cuenta ya con 550 estaciones. Según Christian Malorny, experto de la asesora McKinsey, no es difícil que pronto se encuentre las pequeñas columnas para cargar en toda esquina de la ciudad; no le parece un sueño que 100.000 coches de este tipo recorran pronto la ciudad.
“Creemos que Berlín es la ciudad ideal para un proyecto de este tipo; el estilo de vivir es muy importante aquí. Berlín, con un proyecto como éste, podría llegar a la cima de las megacitys. Podríamos usar los aeropuertos Tempelhof o Tegel como aparcamiento y taller e implementar ahí una central telefónica”, explica Malorny.
Como modelo de electromovilidad, Berlín es excelente pues los trayectos que se suele recorrer en ella son más bien cortos; por lo pronto, los autos eléctricos no andan más de 150 kilómetros. Para Gerd Lottsiepen, del club automovilístico ecologista VCD, esta limitada capacidad de recorrido representa un verdadero problema; la euforia por los automóviles eléctricos le parece exagerada.
Realidad cercana
“Se despierta expectativas que no podrán verse convertidas en realidad en los próximos años. Se cree que la electromovilidad es una cosa de mañana mismo, que todos los problemas están solucionados. Pero hasta el momento, ninguna empresa puede vender uno solo; apenas a finales del año saldrán al mercado. Se trata de pequeños automóviles japoneses, que cuestan más de 30.000 euros. Es decir, para uso privado no creo que sean utilizados en la próxima década”.
“El problema es que la electromovilidad tiene que ser desarrollada en paralelo a los motores de combustión. Éstos no desaparecerán de los automóviles en los próximos diez, quince o veinte años. Y todo tiene que ser desarrollado de manera muy eficiente, porque el dinero escasea en la industria automovilística, debido a la crisis económica”, explica Wolfgang Reimann, de una empresa de ingeniería que diseña autos eléctricos para Volkswagen. “Es un tema del futuro, que hay que trabajar con métodos eficientes para conseguir rendimientos excelentes con poco esfuerzo”, dice Reimann.
Aún en manos de la ciencia
Por lo pronto, los proyectos para Berlín se encuentran todavía en manos de los investigadores; más tarde o más temprano pasarán a la práctica. McKinsey exige, por ejemplo, que este tipo de coches pueda usar el carril de los buses o que esté exonerado de pagar en los aparcamientos. Como incentivo.
Pero para todo eso falta todavía. Por lo pronto, hasta que el ensayo de las regiones termine en otoño de 2011, Meissner se ha puesto metas más modestas: “Queremos culminar con éxito este proyecto y demostrar que la electromovilidad es viable, que los usuarios la aceptan, que pueden adaptar su comportamiento a las particularidades del automóvil eléctrico y que querrían seguir usándolo”.
Autor: Karsten Zummack/Mirra Banchón
Editor: Emilia Rojas