Crisis financiera: tercer rescate del Banco Industrial Alemán
14 de febrero de 2008“No puede ser que las ganancias sean cosa privada, y la comunidad tenga que poner el hombro cada vez que un banco sufre pérdidas”, opina el diario alemán Südkurier. “Un par de banqueros han especulado demasiado [en el mercado estadounidense], los inspectores, con el ministro de Finanzas a la cabeza, se han dormido en los laureles, y ahora es el contribuyente el que tiene que donar un par de miles de millones”, escribe el Schwarzwälder Bote.
La noticia ha levantado indignación en Alemania, y no sólo entre la prensa. Unos 1.500 millones de euros por un lado, y unos 700 millones por el otro, va a costar que el Banco Industrial Alemán (IKB) le dé esquinazo a la insolvencia. Y eso por esta vez. La entidad recibe su tercer “paquete de salvamento” y los 2.200 millones de euros contienen, como en otras ocasiones, gran cantidad de dinero público.
Buscando una salida al “caso IKB”
En realidad, la especialidad del IKB era financiar a las empresas alemanas. Sin embargo, parece que en los últimos tiempos algunos de sus directivos encontraron gusto en el dinero fácil, y arriesgado. Las inversiones poco fiables en el mercado hipotecario estadounidense han colocado al banco, desatada la crisis, al borde de la existencia.
Para compensar las pérdidas provocadas por la excesiva euforia especulativa, y cerrar de una vez por todas el “caso IKB”, el Estado alemán considera que habría que reunir unos 1.500 millones de euros. De sus propias arcas, es decir, de los impuestos del contribuyente, se compromete a entregar 1.000 millones de euros, y pide al sector bancario una aportación de 500 millones.
Cajas no, banca con reticencias
Sin embargo, la Asociación de Cajas de Ahorro ya ha dicho que no. El IKB, aunque con participación estatal, cuenta como banco privado, así que las cajas no se sienten en el deber de sufragar sus problemas económicos. Además, éstas han tenido ya que aportar una suma importante para apoyar a los bancos regionales achacados por la crisis, que sí son estatales.
Las entidades privadas han señalizado disposición a cooperar. “Los bancos privados cumplen y cumplirán con sus obligaciones”, dice Klaus-Peter Müller, director del Commerzbank y presidente de la Asociación Federal de Bancos Alemanes (BdB). “Sobre la cantidad habrá que hablar todavía”, añade el directivo.
Y es que la banca privada, aunque esta acción de rescate se vende como el salvamento de todo el sector, parece querer poner sólo 300 millones sobre la mesa, con lo que se baraja ahora la posibilidad de que el Estado intervenga aún más y cargue a su cuenta 1.200 millones de euros, ampliando el monto del capital público en juego.
Miedo al “efecto dominó”
El principal accionista del IKB es el Banco Estatal de Desarrollo (KfW), un banco público, como su nombre indica, que espera ahora desprenderse por unos 700 millones de euros de su participación del 38%. El dinero se destinaría a complementar el “paquete de salvamento”.
No sólo por la existencia del KfW se ve el Estado alemán en la disyuntiva de tener que evitar que el IKB se hunda. Ni siquiera es la dramática pérdida de empleos que supondría una insolvencia lo que mueve a los poderes públicos. Más bien, los ministros de Finanzas y Economía alemanes temen al “efecto dominó”, que podría arrastrar a toda la banca consigo.
“La quiebra [del IKB] supondría una enorme carga para el conjunto del sistema bancario alemán. Y significaría otro golpe a la confianza en el mercado financiero”, comenta el periódico germano Badische Zeitung.