Castro: entre la necesidad de reformas y el apego al poder
19 de abril de 2011En la sesión de este lunes (18.4.2011) del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), se aprobó por unanimidad el plan de reformas económicas impulsado por el Gobierno de Raúl Castro con miras a “actualizar” el modelo socialista del Estado caribeño y garantizar su “continuidad e irreversibilidad”. El programa conocido como Lineamientos de la Política Económica y Social recibió el visto bueno de los mil delegados que participan en el congreso –que será clausurado oficialmente este martes (19.4.2011)– después de tres días de debate a puerta cerrada.
Entre las más de 300 medidas sometidas a votación, muchas de las cuales todavía no se han hecho públicas, figuran la reducción de la planta de trabajadores estatales, una mayor autogestión de las empresas públicas, la progresiva eliminación de subsidios, el fomento de la iniciativa privada, la descentralización del control estatal y la creación de una cultura tributaria. Durante el primer día del congreso –el primero en catorce años–, Raúl Castro señaló que la redacción de otras leyes ansiosamente esperadas por los cubanos se encuentra “en fase avanzada”.
Tímido golpe de timón
Entre ellas se cuentan la que autoriza la compra-venta de viviendas y automóviles entre particulares cubanos, la que regula la concesión de préstamos bancarios a la población para la apertura de negocios particulares y la que elimina paulatinamente la libreta de abastecimiento, el cuadernillo que permite a los habitantes de la Antilla mayor adquirir una canasta básica de alimentos a precios mínimos desde 1963. En principio, el golpe de timón propinado por Raúl Castro luce prometedor, pero la oposición cubana se sigue mostrando escéptica.
La sugerencia de restringir el ejercicio de los cargos públicos más importantes a dos períodos de cinco años puede parecerle un cambio mayúsculo a la élite política cubana, pero no a los críticos del Gobierno, algunos de los cuales exigen que se enmiende la Constitución para reducir el rol dominante del PCC en la vida nacional. “La decisión en torno a los cargos gubernamentales tiene poca relevancia; entre otras razones, porque a Raúl Castro no le queda mucho tiempo de vida”, dice Bert Hoffmann, experto en materia cubana del Instituto de Estudios Latinoamericanos del GIGA, en Hamburgo.
Cambios sí, pero poco a poco
“De los aspectos discutidos en el congreso, el más importante es la reforma económica. Por tratarse de la supervivencia del sistema, el estamento está realmente interesado en implementar cambios, pero cuidando que éstos no pongan en peligro su monopolio del poder político. La contradicción entre estas dos metas hará que el Gobierno dé pasos lentos hacia delante y un paso rápido hacia atrás cada vez que alguno de sus miembros tenga la impresión de que los actores económicos o la ciudadanía adquieren demasiada autonomía”, agrega Hoffmann.
“Raúl quiere conservar el poder político y lo dejó claro en su alocución; no habrá espacio para la oposición ni una transformación política que ponga fin al monopolio del poder que tiene el Partido Comunista. No está prevista ninguna enmienda constitucional que apunte en esa dirección; otros cambios son posibles, pero no en lo que se refiere a la introducción de un sistema multipartidista o de un liberalismo político”, afirma el experto del GIGA, desestimando que las decisiones tomadas en el VI Congreso del PCC puedan contribuir a normalizar las relaciones entre La Habana y Washington.
Bajo el signo de Raúl
“Una normalización de las relaciones binacionales que incluya el levantamiento del embargo y las sanciones impuestas a la isla por Estados Unidos queda descartada mientras Cuba siga siendo un Estado unipartidista regido por el Partido Comunista. Bajo esas circunstancias, ni el presidente ni el Congreso estadounidenses tomarán iniciativas para alterar la situación. Bajo el Gobierno de Raúl Castro no veremos la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba”, presagia Hoffmann.
El histórico líder cubano Fidel Castro confirmó que no forma parte del nuevo Comité Central del PCC, cuyos 150 miembros fueron elegidos este 18 de abril, y celebró la propuesta del presidente de la isla, su hermano Raúl, de limitar el ejercicio de los principales cargos políticos a un máximo de diez años. Pero se prevé que Raúl Castro dejará de ser el “numero dos” del partido para convertirse en su jefe tras la votación de este 19 de abril, en la que se nombrará a los directores del Buró Político y el Secretariado, los órganos más importantes del PCC.
El pueblo cubano, a la espera
Y, según Hoffmann, ese escenario no augura ni la aceleración ni la concretización de los cambios que la población cubana ansía. “Raúl viene articulando el discurso sobre la necesidad de reformas desde hace varios años. Sin embargo, sus planteamientos raras veces traen consecuencias concretas consigo. En septiembre dijo que a más tardar en marzo se despediría a 500.000 empleados públicos y nada pasó. No hay razones para creer que las decisiones tomadas en este congreso se materializarán rápidamente”, sostiene este conocedor del acontecer sociopolítico cubano.
A su juicio, el tono dramático con que Raúl Castro matizó su alocución inaugural no debe ser interpretado como indicio de su disposición a implementar cambios radicales. “Está claro que tendrán lugar cambios, pero éstos van a ser mucho más graduales, lentos y suaves de lo que sugiere la severidad del discurso de Raúl. Hasta ahora, todo ha quedado en retórica y el discurso del estamento se lo saben los cubanos de memoria; pero ellos quieren ver los cambios anunciados, entender cómo se van a implementar”, acota el investigador del GIGA.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa
Editor: José Ospina-Valencia