Documenta 12 abre sus puertas en Kassel
15 de junio de 2007
Dos días antes de su apertura, la Documenta 12 ya había roto un nuevo récord. A la provincial ciudad de Kassel, en el centro de Alemania, viajaron un ejército de 2.700 periodistas. Aunque siempre es un imán la gran muestra que tiene lugar cada 5 años en el lugar que fuera cuna de los hermanos Grimm, en esta ocasión la cantidad de periodistas hispanoparlantes dieron un toque aún más internacional a la cita. Todos iban tras los pasos del primer cocinero invitado a tomar parte en la muestra, el catalán Ferrán Adrià, quien revelaría por fin, después de largos meses de absoluto hermetismo, en qué consistiría su participación. Ya lo había anunciado él mismo en una de las contadas entrevistas que concedió a algún medio. Sería lo más simple del mundo.
La Documenta en la Costa Brava
"La Documenta 12 tendrá en el restaurante El Bulli, de Ferrán Adrià, su pabellón G durante los 100 días que dura la muestra", según palabras del director, Roger Bruegel. La cocina molecular de Adrià habrá que experimentarla "in situ". El restaurante playero de Cala Montjoi, en la Costa Brava, tendrá reservada una mesa para los visitantes de la Documenta 12, que serán elegidos por Bruegel mismo, según él, al azar.
Cada año el menú de el restaurante El Bulli sorprende a sus comensales. Las olivas esféricas, el muelle de aceite de oliva virgen, la tempura de salicomia al azafrán con emulsión de ostra, los mejillones de roca calientes con picada deconstruida, o los sesos de cordero con erizo y algas son algunos de los platillos tan curiosos como estrambóticos que ha inventado el genial alquimista en su laboratorio.
Arte elitista
Como sea, algunos periodistas, españoles y alemanes, se mostraron decepcionados de no encontrar ninguna creación del revolucionario de la cocina en Kassel. Sólo unos 8.000 comensales pueden degustar sus creaciones cada temporada que dura de abril a octubre. Para ello hay que reservar con un año de anticipación y contar con que el cubierto costará unos 240 euros. Cada año su restaurante recibe un millón de solicitudes provenientes de todo el mundo y la temporada 2007 quedó saturada en el transcurso de tres horas. Unos cuantos afortunados pueden acceder a una mesa sin esperar meses, como el príncipe Felipe, a quien Adrià cocinó en su banquete de bodas, tuvo que llamar personalmente después de recibir varias cancelaciones por e-mail.
Lo más probable es que los comunes y mortales no lleguen a degustar las celestiales invenciones del creativo alquimista. Bruegel decidirá quién va a la mesa de Documenta cada noche, pero nadie sabe, ni sus encargados de prensa, cómo elegirá el director. El mismo Adrià afirma comprender la frustración que siente el visitante que no encontrará nada suyo en la muestra y tampoco llegará a la airosa Cala Montjoi. "Es la misma frustración que siento yo de no poder atender más que a 50 comensales cada noche", afirma.
Mucho caminar
Varios días y mucho caminar, son necesarios para recorrer los 17.000 metros cuadrados de exhibición. En la magna muestra, que compite con la Bienal de Venecia y la Feria de Arte de Basilea, participan 113 artistas con más de 500 obras distribuidas en cinco Museos y pabellones. El director de la Documenta 12 y su curadora y compañera sentimental Ruth Noak seleccionaron en función de su llamada "migración de las formas" en la historia del arte y su influencia en la cultura.
No han faltado los contratiempos, como el que sufrió la obra de la artista chilena Lotty Rosenfeld, que fue retirada sin querer por el personal de limpieza del ayuntamiento. Rosenfeld repitió una acción de protesta realizada durante la dictadura de Pinochet, que consistía en una serie de cruces blancas pegadas con cinta adhesiva en las calles de la ciudad. "Un millar de cruces sobre el pavimento", se titulaba la obra, que retiraron los trabajadores de la ciudad sin saber que eran parte de la Documenta 12.
Los chinos vienen
La propuesta del vanguardista artista chino Ai Weiwei es sin duda la más comentada y controvertida de la muestra, y también la más costosa de su historia que comenzó en 1955. "Cuento de Hadas" se titula la obra que no es otra cosa que un experimento cultural del artista, la confrontación entre culturas. Trae a Kassel a 1001 compatriotas suyos en tandas de 200 personas, que permanecerán ocho días por grupo. Fueron seleccionados de un total de 3.000 solicitudes recibidas a través de internet y representan a todas las capas sociales y las regiones de China. Los viajeros, obras vivientes de arte, pueden pasearse como turistas y pernoctarán en dos antiguos pabellones industriales, uno para hombres y otro para mujeres, en donde han sido construidas unas camas de madera. "A los chinos nos gusta dormir sobre superficies duras y también hemos traído a un cocinero, pues no probar la comida tradicional durante más de tres días podría volvernos locos", afirma Ai.
Arte latinoamericano
El chileno Juan Dávila, residente en Australia desde hace 30 años, provoca con obra de gran formato en la que hay desnudos masculinos. A uno de ellos le sale un ojo del trasero y alrededor se ven símbolos australianos. Hay suásticas sobre banderas estadounidenses y se lee en inglés, "trae a nuestros hijos de regreso a casa". La artista argentina Graciela Carnevale llevó a Kassel la instalación 1968-2007, arte militante de un colectivo de artistas de Tucumán, surgido a finales de los años 60, que denuncian la opresión de esta empobrecida provincia argentina. "Tucumán arde", es una invitación al diálogo entre el arte y la política, surgida como respuesta a la represión de la dictadura. La presencia de Latinoamérica es vasta, pero es imposible hablar sobre ella en una sola crónica, como tampoco se puede verla toda en un día. Por eso la magna muestra dura 100 días.