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El capitán Crespo, el general Cienfuegos y Ayotzinapa

18 de noviembre de 2020

Aún con la detención del capitán José Martínez Crespo, hay factores que ponen en riesgo la justicia en el caso Ayotzinapa, escribe Anabel Hernández.

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Imagen: Reuters/E. Garrido

El capitán de infantería José Martínez Crespo fue arrestado en México el 12 de noviembre pasado. Es el primer miembro del Ejército detenido en relación con el ataque y desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa ocurrida en septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.

Desde diciembre de aquel año, en el primer reportaje que escribí sobre el caso en la revista Proceso, revelé que este militar estaba involucrado en los hechos.

Su detención debería ser un paso muy importante para conocer el destino final de los jóvenes y la cadena de mando que estuvo detrás del ataque y la desaparición. Pero hay tres factores que ponen en riesgo la justicia en el caso Ayotzinapa aún con la detención del capitán Martínez Crespo, y se corre el riesgo de que en vez de avanzar en el esclarecimiento del caso haya simulación. 

El primer factor es que el proceso judicial corre a cargo de la Justicia Militar y que el capitán se encuentra recluido en una prisión del ejército. Eso impedirá que tenga alicientes para delatar a sus mandos superiores.

El segundo es que en la cadena de mando militar, durante la noche en que desaparecieron los estudiantes a manos con la participación del Ejército, la Policía Federal, y otras autoridades federales, uno de los militares de alto rango que tuvo conocimiento de los hechos en tiempo real y que, por ende, tuvo que haber girado órdenes, es el ahora general de División Alejandro Saavedra. Desde el inicio del gobierno de AMLO, Saavedra ocupa el cargo de director general del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas. 

El general Salvador Cienfuegos, en imagen de archivo
El general Salvador Cienfuegos, en imagen de archivoImagen: Ronald Schemidt/AFP

Y el tercer factor de riesgo de que todo termine en fuegos de artificio y no en justicia, es la reciente negociación entre el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y el aún presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para que el ex Secretario de Defensa Nacional Salvador Cienfuegos fuera liberado y deportado a México en los próximos días, aún con el alud de pruebas en su contra que lo implican en narcotráfico.

Cienfuegos mintió al Congreso mexicano en octubre de 2014 cuando aseguró que ningún militar, ni uno solo, había conocido de los hechos ocurridos en Iguala ni había participado. Afirmó incluso que el 27 Batallón de Infantería estaba vacío porque estaban fuera de la ciudad haciendo otras actividades.

Mintió, y los testimonios y documentos que obtuve desde los primeros días y meses de mi investigación lo demostraron.

Pieza clave

La primera vez que escuché el nombre del capitán Martínez Crespo fue en una entrevista que hice en Iguala en noviembre de 2014, cuando inicié la investigación sobre el caso. Hasta ese momento ninguna autoridad, ningún medio de comunicación, ningún estudiante sobreviviente, había identificado al capitán de Infantería adscrito al 27 Batallón en Iguala, como uno de los actores clave de los hechos.

Fue el juez de barandilla Ulises Bernabé García quien me narró que aproximadamente entre once y doce de la noche del 26 de septiembre de 2014, mientras él se encontraba de turno en la base de la policía municipal de Iguala, llegó un pelotón de militares compuesto de dos vehículos con cerca de ocho soldados en cada uno. Entró a la comandancia el jefe quien se identificó como "Capitán Crespo” y le pidió permiso de hacer una inspección dentro de las instalaciones con el pretexto de que estaba buscando una motocicleta blanca.

Cuando le pregunté a Bernabé García si le pareció extraña la visita, me dijo que sí, que en todo el tiempo que él llevaba trabajando ahí, el ejército nunca había ido a inspeccionar las instalaciones. Los soldados entraron armados y revisaron cada rincón, incluyendo baños, las celdas donde se hacían las detenciones provisionales, las oficinas administrativas, y el patio. Luego, el capitán Crespo le dio al juez de barandilla una palmada en el hombro, como si fueran viejos amigos, y se retiró.

Anabel Hernández, periodista mexicana y autora de esta columna
Anabel Hernández, periodista mexicana y autora de esta columna

"Era una búsqueda inusual para encontrar una motocicleta”, me dijo el juez. Lo que él no sabía era que en ese momento acababa de ocurrir el segundo ataque armado contra los estudiantes, y que a pocos metros de la base de la policía, en la calle Juan N. Alvarez, acababan de desaparecer al menos 20 de los estudiantes y dos jóvenes habían resultado heridos. ¿Por qué el capitán Crespo estaba en la base de la policía municipal, en vez de dar auxilio a los jóvenes que estaban siendo perseguidos? 

En ese momento, noviembre de 2014,  el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, y Cienfuegos negaron que el Ejército hubiera estado en las calles durante los hechos. Por su parte, los estudiantes sobrevivientes notaron la presencia de militares hasta las doce y media de la noche. Ya había ocurrido el último ataque en el que dos de sus compañeros murieron, y ellos habían corrido a un hospital buscando ayuda médica para un estudiante gravemente herido. Pensaban que ahí estaban seguros cuando llegó intempestivamente un pelotón del 27 Batallón de Infantería y, en vez de ayudar a que les dieran atención médica, por órdenes del jefe del pelotón fueron fotografiados, interrogados, amenazados y expulsados de la clínica.  Ellos no lo sabían, pero el jefe de ese pelotón era el mismo capitán Martínez Crespo.

El testimonio de Bernabé García me dio la pauta para comenzar a investigar al Ejército. Y el testimonio que me dio en esos mismos días de noviembre de 2014 el periodista Pablo Murrugares me lo confirmó.

Miembros de la Policía Ministerial buscan rastros de los desaparecidos, en 2014
Miembros de la Policía Ministerial buscan rastros de los desaparecidos, en 2014Imagen: REUTERS/Henry Romero

Golpear a estudiantes heridos y alterar la escena del crimen 

Así busqué y obtuve las declaraciones ministeriales rendidas por los soldados que iban en el pelotón comandado por el capitán. Afirmaron que, contrario a lo dicho por Cienfuegos, por órdenes del coronel José Pérez Rodríguez mando del 27 Batallón, salió a las calles de Iguala un grupo de Fuerza de Reacción con chaleco antibalas, cascos y el rifle de asalto reglamentario G3, comandado por Martínez Crespo. En ese momento se estaba llevando a cabo el ataque contra los estudiantes y aún no ocurría la desaparición.

Antes de ir a la base de la policía municipal y hablar con Bernabé García, el pelotón de Martínez Crespo primero fue a la autopista Iguala-Chilpancingo a la altura del Palacio de Justicia. De acuerdo a la cronología de los hechos, habrían llegado en el tiempo en que se estaba llevando a cabo la desaparición de una veintena de estudiantes. Según el testimonio de soldados del pelotón, Martínez Crespo, en vez de llamar de inmediato al Ministerio Público, alteró la escena del crimen y entró al autobús en que viajaban los estudiantes. Lo inspeccionó a sus anchas durante casi media hora. Según las versiones que obtuve en mi investigación, en ese camión había un cargamento de heroína y los normalistas fueron atacados y sacados de ahí para recuperarla. 

De ahí  el pelotón se trasladó a la base de la policía municipal para verificar si algún estudiante había logrado escapar y había sido detenido por la policía local. Cerca de las 24:00 horas el capitán y sus hombres pasaron por la esquina de la calle Juan N. Alvarez, donde estaban tendidos los cuerpos de los estudiantes Daniel Solís y Julio César Ramírez, quienes habían sido balaceados durante un último ataque apenas unos minutos antes. Tres militares bajaron de los vehículos y, en vez de dar asistencia inmediata a las víctimas, les apuntaron con el rifle y los patearon con fuerza.

"Yo creo que querían saber si aún estaban vivos”, me contó Morrugares quien fue testigo directo de los hechos  y quienfue asesinado en Iguala en agosto pasado. Las horas que me dio el periodista coincidían con las declaraciones rendidas ante la Procuraduría General de la República (ahora Fiscalía General) de dos militares que admitieron haberse detenido en ese punto, aunque no confesaron las atrocidades de las que Pablo fue testigo.

De acuerdo a las autopsias practicadas a los cuerpos de Daniel y Julio César, los dos habrían muerto entre las 00:50 y 1:00 de la madrugada, es decir, cuando los militares los patearon en el suelo habrían estado aún con vida. Pero los militares informaron al Ministerio Público que había dos personas tiradas en el pavimento hasta las 2:40 de la mañana.

Cuando la PGR interrogó al soldado de infantería Oscar Cruz Román sobre por qué no dieron asistencia a Daniel ni a Julio César, respondió: "Desconozco, las ordenes las da mi jefe inmediato, el comandante Pirita”, refiriéndose al subteniente de Infantería Fabián Alejandro Pirita Ochoa, quien a su vez estaba bajo las órdenes de Martínez Crespo.

El caso Ayotzinapa despert´indignación nacional e internacional
El caso Ayotzinapa despert´indignación nacional e internacionalImagen: Reuters/Edgard Garrido

Los cómplices del capitán Crespo

De diciembre de 2014 a 2016, Martínez Crespo hizo tres declaraciones ministeriales ante la PGR, en las que cambió constante y sustantivamente su versión de las actividades que realizó esa noche. Omitió en las dos primeras haber ido a la base de la policía municipal, y nunca dijo que habían pasado ante los cuerpos de Daniel y Julio César, ni que ordenó que los inspeccionaran y golpearan.

En 2016, la dirección de Asuntos Internos de la PGR propuso que se investigara al capitán José Martínez Crespo por nexos con la delincuencia organizada, delitos de encubrimiento y abuso de autoridad. El gobierno de Peña Nieto no lo hizo.

Aunque los hechos evidencian la actuación directa de Martínez Crespo, éste no actuó solo. Junto con él hay al menos otros 34 militares involucrados en el ataque y desaparición de los estudiantes. Tuve acceso al testimonio de dos informantes, quienes por separado me aseguraron que al menos un grupo de los 43 estudiantes fue llevado a las instalaciones del 27 Batallón de Iguala y nunca salieron vivos de ahí.

El teniente de infantería Joel Gálvez Santos declaró a la PGR desde fines de 2014 que él directamente había informado en tiempo real de todo lo ocurrido en Iguala desde que los normalistas llegaron a la ciudad hasta la mañana del 27 de septiembre, tanto al Coronel José Rodríguez Pérez, mando del 27 Batallón; y a la 35 Zona Militar, cuyo titular era el general Alejandro Saavedra. Debe investigarse toda la cadena de mando militar que tomó decisiones esa noche.

Luego de los hechos en Iguala, Cienfuegos, titular de la SEDENA, premió a Rodríguez Pérez y a Saavedra. Al primero le dio el grado de General de Brigada, y al segundo, General de División.

Pude documentar que no solo estuvo activo el pelotón de Martínez Crespo y otro pelotón a cargo del militar Roberto Vázquez Hernández, sino también militares vestidos de civil que pertenecían a un grupo de elite conocido como OBI (Órganos de Búsqueda de Información), que estuvieron monitoreando y siguiendo a los estudiantes desde que salieron de Ayotzinapa, horas antes del ataque.

Aunque Martínez Crespo está acusado por un crimen cometido contra civiles, será procesado por un tribunal militar. Ahora que se sabe que el general Cienfuegos será deportado a México, y que el gobierno de AMLO ha anunciado que estará libre, no solo se afectará la posibilidad de que los militares que participaron en el ataque y desaparición de los normalistas sean procesados, sino que muchos funcionarios actuales con vínculos con el Cartel de Sinaloa y con el grupo de narcopolicías se pensarán impunes.

De estas implicaciones hablaré la próxima semana.