El comunismo vuelve a ser tema de debate en Alemania
11 de enero de 2011Para Die Linke (La Izquierda), el súper año electoral en Alemania, en el que en siete Estados federados habrá comicios, ha comenzado con una discusión terminológica de sabor bastante rancio.
“Caminos hacia el comunismo”, un artículo de Gesine Loetzsch, dirigente del partido, ha levantado revuelo, sobre todo porque ese término en Alemania, para la mayoría, no se disocia de Muro, división, dictadura y estalinismo. Un partido que tiene como ideal el encuentro de caminos que lleven (de vuelta) a esa etapa de la historia no puede ser democrático, es el tenor de la crítica. Y los socialdemócratas del SPD aprovechan para excluir toda futura cooperación.
Con un nivel de aceptación a nivel nacional que no rebasa el 10 por ciento, pero con buenas perspectivas de ganar en marzo en el Estado de Sajonia-Anhalt, las declaraciones de la dirigente del partido heredero del Partido Socialista Unificado (SED) de la antigua República Democrática Alemana podrían resultar un tiro por la culata.
Entonces, desde el acto conmemorativo en honor a los líderes históricos de la izquierda alemana, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, todos los dirigentes de este partido que dice abogar por una sociedad más justa en democracia han tomado la palabra para corregir “la malhadada frase”, como la denominó Gregor Gysi, fundador del partido y ahora líder de su grupo parlamentario en el Bundestag.
Intenciones y realidad
“Lo que Gesine Loetzsch quiere decir con comunismo es algo muy noble”, defendía Gysi: se trata más bien de una sociedad muy justa y humana. Sin embargo, el camino que lleva hasta el ideal marxista de una sociedad sin clases ha pasado, en todos los lugares en donde se ha utilizado, por prácticas de terror estatal, así lo resume Jan Fleischhauer en su artículo “Utopía y Terror”, publicado en Der Spiegel. Según éste, autor del libro Unter Linken – von einem der aus Versehen konservativ wurde (Entre izquierdistas: de alguien que por error se volvió conservador), los izquierdistas intentan siempre separar la idea de la ejecución, lo que en su opinión, sería como separar la idea nacionalsocialista del terror nazi.
En su artículo publicado en el diario Junge Welt, sucesor del órgano oficial del Consejo Central de las Juventudes Socialistas de la RDA, Loetzsch -berlinesa, miembro del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) hasta 1990- afirmaba: “Los caminos hacia el comunismo sólo los encontraremos si nos ponemos en marcha para probarlos, en la oposición o en el gobierno”. Pocos días después, en entrevista concedida a la emisora alemana Deutschlandfunk, puntualiziaba: “Lo que pretendemos es un socialismo democrático”. Y, poco después, resaltaba en el Congreso de Die Linke en Berlín, que las ideas de su partido excluyen el estanilnismo y el socialismo autoritario.
Temores de un partido
No obstante, a pesar de todo intento de corrección y de la sombra protectora que le brinda el carismático Gysi, otros miembros de Die Linke no cesan de distanciarse de su directiva. Antes que Loetzsch, Klaus Ernst –al frente del partido desde que su cofundador, el ex socialdemócrata Oskar Lafontaine, se retirara de la política federal- había sido blanco de críticas que tenían como centro la pregunta: ¿cómo alguien que predica la justicia social puede ganar tres sueldos y pasearse en Porsche? Independientemente de la discusión a nivel nacional, es sobre todo, a las bases del partido en los Estados del Este a las que no les han caído muy bien ni las acciones ni las palabras de sus directivos.
Con todo, Wulf Gallert –candidato a primer ministro de Sajonia-Anhalt-, después de subrayar su absoluta condena a la huella cruenta del comunismo y de resaltar la vocación democrática de las filas a las que pertenece- defiende un programa de reformas sociales a favor de las capas menos favorecidas. A pesar de ello, en tiempos de vacas flacas y crisis financiera, la intención de dar el voto a la “alternativa socialista” de Die Linke no ha crecido:
Mientras que en las elecciones federales en 2009 alcanzó el 12 por ciento, actualmente, en promedio, no rebasa los diez puntos. Su presencia en los parlamentos de los estados del Este alemán se da por descontada debido a la relación histórica de los votantes con el heredero del partido único, pero no así en los de los “viejos” Estados. “Si servimos para algo tenemos que tener éxito en estas elecciones, para enviar una señal de que esta sociedad tiene que cambiar”, arenga el ducho político Gysi, sin pronunciar el fantasmal término en torno al que tanto se ha debatido, pero sin describir el camino que llevaría al hipotético cambio.
Autora. Mirra Banchón
Editor: Pablo Kummetz