El sobrepeso comienza en el cerebro
18 de agosto de 2007¿Cuándo comemos porque tenemos apetito y cuándo por el placer de comer? Este interrogante ocupa a un equipo de investigadores de la Universidad de Colonia que experimenta acerca del rol de las hormonas en los casos en que mirar la balanza aterra.
Saciedad que no llega
El sobrepeso extremo y la adiposidad tienen su origen en el cerebro, según el investigador y ganador del Premio Leibniz de 2007, profesor Jens Claus Brüning. El científico, que investiga en el Instituto de Genética de la Universidad de Colonia, explicó a la agencia dpa que “en el 95 por ciento de las personas con sobrepeso, el cerebro no recibe la señal de que hay suficiente energía y que, por lo tanto, ya no es necesario ingerir alimentos”.
En experimentos con ratones manipulados genéticamente el equipo de investigación ha podido comprobar que aquellos animales que no poseían un tipo específico de neuronas aumentaban de peso en forma excesiva.
Al profesor Brüning se le otorgó el Premio Leibniz, con 2,5 millones el mejor dotado de Alemania, por sus descubrimientos acerca del papel que juegan las neuronas responsables de regular el apetito y, por tanto, el peso. A propósito, Brüning aclara que “las células liberan leptina, una hormona que viaja a través del torrente sanguíneo hasta el cerebro, donde plantea el dilema biológico sobre consumir energía o no hacerlo”.
Hormonas: transmisores sutiles y eficaces
El papel de las hormonas en el organismo humano es importantísimo. Se trata de sustancias químicas altamente eficaces, que tienen efectos decisivos para la salud humana. A través de las hormonas, las células transportan información para actuar de una u otra manera, aumentando, disminuyendo o variando el ritmo de su actividad.
A su vez, el hipotálamo, órgano regulador de las hormonas ubicado en la base del cerebro, posee sensores que miden el nivel de hormonas en la sangre, y reacciona enviando órdenes de frenar o acelerar la actividad en los diferentes órganos. El mecanismo hormonal es sutil y sumamente preciso, e influye en el sueño, el apetito, el estado de ánimo y el goce sexual, entre otros.
En pruebas con ratas de laboratorio se pudo constatar que sólo unas pocas células de los billones que pueblan el hipotálamo cuentan con un receptor para la leptina (de leptos, en griego: delgado). Sólo las células portadoras de tal receptor son capaces de reaccionar a las señales que envía el cerebro diciendo que no es necesario ingerir más comida.
Las investigaciones en este terreno se tornan cada vez más importantes. En Alemania, cerca de un 20 por ciento de la población sufre de sobrepeso desmedido. “Tenemos que averiguar qué es lo que no funciona en las células que no responden a la leptina”, dice Brüning. Es muy posible que se trate de una resistencia hacia dicha hormona, creen los expertos.
El problema del sobrepeso y el apetito desmedido es complejo y, además de los posibles desequilibrios hormonales a nivel molecular, está también relacionado con otros factores o estímulos externos. El aspecto del placer obtenido al comer, así como los estados de ánimo, tienen un peso que aún no está del todo claro para los investigadores, y que también merece un serio análisis.