Cumbre UE-LAC en España: entre Europa e Iberoamérica
12 de mayo de 2010“De una presidencia, que tiene tan corta duración, nunca cabe esperar demasiado. Y lo digo independientemente de que en la Cumbre de Madrid se pueda llegar a resultados dignos de mención, que superen la declaración de intenciones”, dice a DW-WORLD, Hans Blomeier, director para América Latina de la Fundación Konrad Adenauer. “No cabe esperar grandes cosas tampoco”, prosigue el experto, “porque esta presidencia estuvo ensombrecida por temas y acontecimientos que no tienen nada que ver con América Latina, como la crisis financiera mundial – de la que vamos saliendo lentamente- y la crisis de Grecia y el euro. Esto ha lleva a una concentración en temas de política interna”.
América Latina en un foco excepcional
Para Susanne Gratius, investigadora senior de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo, un think tank europeo con sede en Madrid, a pesar de todo “la buena noticia es que, quizá ésta será una oportunidad porque América Latina va a a estar en la atención de la presidencia europea”.
Según el Tratado de Lisboa los Estados miembro pierden derecho a iniciativa en cuanto a política exterior. Sin embargo, así la especialista en relaciones UE-América Latina, España –principal inversionista y principal donante europeo en los países del continente americano- “seguirá teniendo un gran peso en la Comunidad Iberoamericana”.
Mucho se acentúa los innegables lazos históricos que han hecho ver a España como la puerta ente la UE y América; sin embargo, para muchos observadores, Blomeier entre ellos, España es una puerta, no la puerta. Los intereses regionales y las diferentes orientaciones de los países latinoamericanos han hecho necesarios otros canales; “Brasil y Francia negocian directamente, es impensable que eso pase por Madrid”, analiza Blomeier.
¿Intereses españoles en la agenda europea?
Críticamente ve Günter Maihold, subdirector de la Fundación para Ciencia y Política de Berlín, el papel desempeñado por España, que ha estado “dominado más bien por una política de intereses nacionales -que según su necesidad se han ido europeizando. El caso más evidente es la política frente a Cuba, en la cual España está jugando a la libre sin preocuparse mucho de los intereses de los demás países europeos: es en este sentido que España ha encontrado utilidad para sí misma de ser puente o canal hacia América Latina; esto es de valor relativo y debería ser ajustado a las nuevas condiciones de una Europa más unificada y con una mayor nivel de coherencia en su acción externa”.
Efectivamente, la agenda propuesta por la presidencia española ponía énfasis en concluir los diferentes acuerdos con los países latinoamericanos. Y aunque no era una prioridad, también pretendía revisar la posición común hacia Cuba con tendencia a normalizar relaciones. A este propósito –foco de las críticas provenientes principalmente del bloque conservador- le quitó toda base los graves acontecimientos en torno a derechos humanos suscitados en la isla caribeña a finales de 2009.
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Honduras y el acuerdo con Centroamérica
Desde el punto de vista pragmático, en el cierre del acuerdo de asociación con Centroamérica –el primero que se cerraría entre la UE y un bloque latinoamericano y en el cual faltan algunos detalles comerciales por negociar- analistas como Blomeier ven una oportunidad de crecimiento y de estabilización civil democrática para la región.
Por otro lado, un análisis que enfoque de cerca los valores que defiende la UE –caballo de batalla de diversas organizaciones no gubernamentales y de bloques europeos como el ecologista- que en el acuerdo se incluya a Honduras (cuyo presidente, Porfirio Lobo, fue elegido en unas controvertidas elecciones) es la prueba de que la UE se aleja claramente de sus principios. La posición de España en ello llamó la atención: a la condena europea al golpe de Estado en Honduras siguió el no reconocimiento oficial de las elecciones.
¿El modelo europeo va perdiendo color?
No obstante, Estados Unidos las reconoció; y poco después la presidencia europea, en ese momento en manos de Suecia, hablaba de “un paso importante hacia la normalización”. Y aunque los países de UNASUR –entre ellos Ecuador, Brasil, Bolivia, Argentina y Venezuela- hacen presión porque no se reconozca esa presidencia, la firma de ese acuerdo pone de manifiesto “una actitud pragmática; en Estados Unidos –que reconoció inmediatamente las elecciones- pesa más que los valores. Y aunque la Unión Europea duda un poco más, pero al final sigue la misma posición. Es decir, en el caso de Honduras: se condena un golpe, pero se acaba reconociendo unas elecciones que han tenido lugar en un contexto “alterado” por un golpe de Estado”, analiza Gratius.
Cabe puntualizar, sin embargo, que esto -más que crédito o débito del semestre de presidencia española- es una línea europea. En ésta se va perdiendo el distintivo europeo –acuerdos comerciales aportando a la integración regional y al bienestar social a través de la cooperación y el diálogo político-, teniendo como consecuencia que “la pérdida de presencia y credibilidad de la UE como actor cohesionado”. La firma de acuerdos bilaterales -ahora con Colombia y Perú- y no con bloques integrados puede ser visto como prueba de inconsistencia.
Una fundación nace
La dualidad de España entre país iberoamericano con fuertes lazos e intereses más allá del charco y país europeo se pone de manifiesto en el anuncio de la reapertura de negociaciones con Mercosur: esto queda muy bien en la agenda. Sin embargo, así los analistas consultados, su éxito es improbable. “El momento no es el adecuado, la política agrícola común pesa mucho y vamos hacia una cierta consolidación del proteccionismo, por lo menos por un tiempo más”, analiza Gratius, para quien “una de las pocas cosas que conseguirá esta presidencia de España –que fue una propuesta española y que tiene mucho valor- es la creación de la Fundación Eurolac –para cuidar del seguimiento de los asuntos y las relaciones entre los dos continentes entre cumbre y cumbre”.
Autora: Mirra Banchón
Editora: Enrique López