La hora de las langostas
28 de septiembre de 2006Verano de 2005. Werner G. Seifert, presidente del Directorio de la Bolsa Alemana, y el presidente del consejo de vigilancia, Rolf E. Breuer, renuncian a sus puestos por presión de un grupo de accionistas.
La causa fue un drama económico muy especial: un fondo “hedge” que opera a nivel internacional ataca a una empresa alemana.
Con dudosos métodos, inversionistas británicos en torno a Chris Hohn, manager del fondo hedge Children's Investment Fund (TCI), le imponen nuevas reglas de juego a la Bolsa Alemana, una de las empresas más redituables del índice DAX, impiden que compre la Bolsa de Londres, saquean la caja a través de recompras de acciones y colocan a su propio candidato en el Consejo de Vigilancia. Y todo ello sin poseer la mayoría de las acciones.
“Ataque contra los mercados europeos”
¿Se trata de un caso aislado? El golpe del fondo hedge contra la Bolsa Alemana es sólo la punta de lanza de un masivo ataque contra los mercados europeos de capital, dice Werner Seifert, que acaba de publicar un libro, junto con el profesor de economía Hans-Joachim Voth, con el revelador título de “La invasión de las langostas” (en alemán “Die Invasion der Heuschrecken”, editorial Econ, 19,95 euros).
En el libro, que describe hechos reales, Seifert y Voth relatan la lucha por el poder en la bolsa, sus entretelones, intrigas y manipulaciones.
Seifert había transformado la Bolsa de Valores de Fráncfort en una empresa internacional redituable. Su objetivo era desarrollar un comercio de acciones económico y transnacional. Para ello comenzó por ofrecer todos los servicios de una misma mano, sobre todo una plataforma de comercio electrónico de acciones. Luego Seifert planeaba fusionar la Bolsa Alemana, como pasó a llamarse la empresa, con otras bolsas de valores europeas.
“Por la puerta de atrás”
Pero entonces apareció Chris Hohn. Por la puerta de atrás, como dice Seifert: “O bien se es accionista minoritario y se acepta el rumbo de la empresa o no se está de acuerdo con ese rumbo, entonces hay que vender las acciones o comprar una mayoría de las acciones”.
Pero la táctica de Hohn fue otra: con una minoría de las participaciones (8 %) logró arracimar en torno suyo a inversionistas londinenses hasta acumular el 30 % de las acciones e impidió finalmente la compra de la Bolsa de Londres por parte de la Bolsa Alemana.
Ese grupo de accionistas que llevaron a la Bolsa Alemana a su situación actual nunca tuvieron la mayoría de capital, pero probablemente sí la mayoría en las asambleas de accionistas, porque muy pocos accionistas se hacen representar en ellas, dejando así vía libre a los “militantes”, dice Seifert.
“Langostas” vacían las empresas
El ex presidente de la Bolsa Alemana agrega que el términos “langostas” está plenamente justificado: esos grupos de inversionistas se interesan sólo por el dinero en efectivo y el patrimonio de una empresa, ingresan rápidamente, influyen agresivamente sobre la dirección, rechazan planes de largo plazo y exigen recompras de acciones y grandes pagos de dividendos. En otras palabras: vacían las empresas.
“Con suma habilidad logran asumir el control de facto de las empresas, con presiones financieras y refinadas intrigas”, dice Seifert, “causándole a las sociedades anónimas atacadas daños irreparables. Sus intenciones son de corto plazo, no tienen a menudo conocimientos de economía de empresa y raramente están interesados en asumir ellos mismos la dirección de las empresas”. El libro de Seifert es un disparo de alarma al medio de la nube de langostas.