Los pescadores de basura de Mallorca
31 de marzo de 2010Aún está oscuro cuando el barco de pesca de la familia Maf desamarra en el puerto de Palma, en la isla española de Mallorca. Una hora después, los cuatro hombres a bordo tiran las redes. Cuando, algunas horas más tarde, las recogen, encuentran en ellas sólo un par de pescados. Manuel Maf, el capitán del barco, está acostumbrado a redes semivacías, pero igualmente se enoja.
De lo que saca con la venta de los pescados, la familia Maf paga tres mil euros al mes por combustible y dos ayudantes. Mucho no queda en caja, a pesar de que trabajan por lo menos doce horas por día, cinco días a la semana.
Pero también hay buenas semanas, en las que extraen del mar una tonelada de pescado en un sólo día y ganan 400 euros. Mejor aún sería si no hallasen tanta basura entre la captura. “Hay lugares en los que casi nadie pesca”, dice Daniel, hermano de Manuel, “y allí se amontona la basura: un desastre para el mar y para los peces”.
De todo, menos peces
Basura, en otras palabras: bolsas de plástico, botellas de refrescos y latas, que hacen enfermar a los peces y reducen su stock. Incluso bidones de petróleo, baldes con restos de pintura y recipientes con gasolina son arrojados al mar, dice Rafael Maf, el padre. “No te puedes imaginar qué significa haber trabajado todo el día y tener que tirar luego el pescado por la borda, porque el pescado está lleno de pintura. Y eso sólo porque a un señor se le ocurrió tirar pintura al mar.”
La Unión Europea quiere proteger los stocks de peces en el Mediterráneo. La familia Maf apoya el plan, porque no quiere cortar la rama sobre la que está sentada. Las redes deben ser de malla más grande desde hace algunos años, de tal forma que los peces más pequeños puedan escapar. A pesar de que ello significa una captura menor, los Maf saludan la medida.
Grosor del hilo: de cinco a tres milímetros
Otra norma, sin embargo, no les gusta a los pescadores: el reglamento comunitario para la ordenación pesquera de los recursos del Mediterráneo establece que, a partir del próximo 1 de junio, los arrastreros europeos deberán modificar sus artes de pesca estrechando los copos de arrastre, la parte del arte donde se produce el embolsamiento de las capturas, y a reducir el grosor del hilo de las redes de los cinco milímetros actuales a tres milímetros.
“Tres milímetros es demasiado poco”, dicen los pescadores, que temen que las redes se rompan muy rápidamente. Una nueva cuesta unos mil euros. “Nos podemos ahorrar entonces el trabajo. Lo mejor es que dijeran que dejáramos de pescar, porque ya no valdría la pena ir a por el pescado”, dice Rafael Maf, que es también presidente de la Cooperativa de Pescadores.
En el ínterin es ya de tarde y las redes se acaban de izar a bordo por última vez hoy. En puerto espera al barco Rafael, que examina críticamente la captura. En su juventud había más peces en el Mediterráneo, dice. Pero está seguro de que los bancos de peces se recuperarán, por lo menos en las costas mallorquinas, porque ya hay pocos pescadores.
Terminar con la basura en las aguas le parece más difícil. La gente tiene poco respeto por el mar, dice Manuel Maf. La basura que extrae del mar la lleva a grandes contenedores en el puerto. Allí se halla todavía el bidón herrumbrado de petróleo que izó la última vez.
Autora: Stephanie Eichler/Pablo Kummetz
Editora: Luna Bolívar Manaut