La que sonríe sí es Mona Lisa
17 de enero de 2008Desde el fin de semana, el mundo del arte cuenta con una incógnita menos: la mujer que sonríe o se aflige ante los miles y miles visitantes que tiene cada año en el museo del Louvre era efectivamente una mujer y se llamaba Lisa del Giocondo.
„Es una sensación – y nadie se había dado cuenta. En el año 2005, Armin Schlechterx lo incluyó en el catálogo de la exposición Die Edel kunst der truckerey (El noble arte de la imprenta) y ninguno de los prolijos investigadores de Leonardo le dieron importancia”, se sorprende Frank Zöllner, catedrático de historia del arte de la Universidad de Leipzig, en un análisis publicado por el semanario Die Zeit. Schlechter, dirige la sección de manuscritos e impresos antiguos de la Universidad de Heidelberg y se dedica, entre otros, al proyecto de catalogar los 1780 incunables que se encuentran en la biblioteca de Heidelberg.
Lisa del Giocondo
“No, no es un joven amante del artista, tampoco Jesús o María Magdalena. Mona Lisa es Mona Lisa”, comenta el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung. Una nota marginal en una edición de las cartas de Cicerón se ha encargado de acabar con las especulaciones acerca de la misteriosa mujer.
En esa corta inscripción el florentino Agostino Vespucci comenta en 1503 un pasaje del orador romano Cicerón, en el cual se dice que el pintor griego Apeles había acabado primorosamente la cabeza y el torso de una Venus, pero el resto del cuerpo lo había dejado sin terminar, “de la misma manera que lo hace Leonardo da Vinci en todos sus cuadros, como en el busto de Lisa del Giocondo…”
Fuentes dudosas
Las menciones más antiguas del celebérrimo cuadro databan, hasta el momento, de 1517. Tres décadas más tarde más tarde, Giorgio Vasari -un no muy fidedigno biógrafo de Leonardo- aseveraba que la modelo era Lisa Gherardini, nacida en 1479, y esposa del mercader florentino Francesco del Giocondo. En 1502, Lisa dio a luz a su heredero, motivo por el cual el acaudalado Giocondo mandó a hacer su retrato.
Teorías para llenar espacios en blanco
La historia del arte del siglo XX llenó cientos de folios especulando en torno a la Mona Lisa, sobre todo en dos puntos: la identidad de la mujer –que podía ser su madre, su amante o el mismo Leonardo se decía- y si se trataba verdaderamente de un retrato. Algunos historiadores aseveraban que se trataba más bien de una figura idealizada. “Estos errores surgen de algunos espacios en blanco que nos dejan las pocas fuentes que se han conservado”, explica Zöllner añadiendo: “La nota de Vespucci llena el último y más importante de esos espacios en blanco”.