¿Licencia para interrogar?
24 de febrero de 2006
El escándalo llegó hace unos meses a Alemania cuando se dio a conocer que mientras que Gerhard Schröder, entonces canciller, colocaba claveles en los fusiles, agentes de secretos alemanes colaboraban con Estados Unidos en el conflicto iraquí. Además se supo que, en la "guerra contra el terrorismo", Alemania aprovechó de las dudosas prácticas que tanto critica en otros, interrogando a sospechosos en cárceles famosas por sus torturas e incluso se habló de Guantánamo.
Ahora las preguntas parecen haber encontrado a sus respuestas. Los representantes de los partidos políticos alemanes, descontentos con las explicaciones parlamentarias de los que fueran miembros de la anterior ejecutiva, han podido escuchar de primera mano con qué métodos se defiende en Alemania la seguridad nacional.
El fin justifica los medios
En un búnker aislado y sin ventanas, el Gremio de Control Parlamentario compuesto por las diversas formaciones políticas que ocupan el Bundestag, recibió a la cúpula del servicio secreto germano (BND). En ambiente tan propicio, los políticos pudieron conocer los detalles de la operación que llevó a dos miembros del BND y a un tercero de la Policía Federal (BKA) hasta Damasco, donde debían interrogar a Mohammed Haydar Zammar.
Zammar era el cabecilla de la red terrorista islámica de Hamburgo y se sospechaba que había sido el encargado de reclutar a los suicidas del 11 de septiembre. Duchado y bien peinado, aunque considerablemente más delgado de lo habitual, Zammar fue llevado ante los agentes alemanes, que consideraron que no había señales de tortura y procedieron al interrogatorio.
"Teniendo en cuenta la situación de peligro en Alemania, no recurrir a Zammar como fuente fundamental de información hubiera sido difícilmente justificable", concluye por unanimidad el Gremio de Control Parlamentario. La crítica se dirige al hecho de que se involucrara a la policía en un asunto que atañe exclusivamente a los servicios secretos, dos departamentos tajantemente separados en Alemania.
Crítica constructiva
Las críticas hacia el BND y el anterior gobierno se reducen por lo tanto a "errores mejorables". A partir de ahora es tarea de la nueva ejecutiva elaborar unas líneas claras de actuación para los servicios secretos. En ellas no se excluirá el interrogatorio de sospechosos en el extranjero, aunque sí se pide a los agentes que interrumpan su misión en caso de encontrar síntomas de tortura o tratamiento inhumano. Y sobre todo, se recordará que la policía y el BND no trabajan conjuntamente.
Tampoco en el caso de Khaled el-Masri, el alemán que la CIA detuvo por error, ha dado el Gremio de Control Parlamentario con fallo alguno por parte del antiguo gobierno alemán. El-Masri, que fue trasladado a Afganistán tras su detención, dijo haber sufrido torturas y haber reconocido en un "90 por ciento" a un agente secreto alemán llamado "Sam", que supuestamente participó en los interrogatorios. Sin embargo, el Gremio no encontró indicios que el tal "Sam" fuera realmente un miembro del BND y considera que desde Alemania se actuó con correcta discreción.
¿Qué pasó en Irak?
La convocatoria de una comisión de investigación, que tendría más poder para reclamar información que el nombrado Gremio, parece alejarse a medida que se aclaran los hechos. La izquierda en el parlamento alemán la reclama sin embargo con insistencia, y sólo si los verdes se deciden apoyarla tendría el número de votos necesario para poder ser puesta en marcha.
Los verdes contaban, no obstante, con uno de sus pesos pesados en un puesto clave del anterior gobierno: el ministro de Exteriores, Joschka Fischer, y no está muy claro hasta qué punto les interesa que se siga indagando en el asunto. Lo que más indigna a los verdes es la colaboración de dos los agentes del BND que permanecieron en Irak durante la guerra con el ejército estadounidense.
Mientras que por una parte se asegura que tan sólo se transmitió información sobre puntos que no debían ser bombardeados, como hospitales, los verdes dicen tener noticias de por lo menos 11 coordenadas militares trasferidas a los estadounidenses, algunas de las cuales se convirtieron efectivamente en objetivos. El gobierno alemán y la jefatura del BND, según los verdes, no supieron de la colaboración.