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Moscú y Hamás: diplomacia y negocios

Pablo Kummetz19 de febrero de 2006

Con su invitación a Hamás, Moscú desentona en el Cuarteto de Madrid y desconcierta a la diplomacia occidental. El Kremlin espera un aumento de prestigio y, sobre todo, poder realizar buenos negocios.

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Jaled Mashaal, líder de Hamás: viaje a Moscú (fotomontaje).Imagen: Montage DW/picture-alliance/dpa

Jaled Mashaal, líder del movimiento radical islámico Hamás, viajará a comienzos de marzo a Moscú acompañado de una delegación de alto rango, por invitación de Vladimir Putin.

"Hamás renunciará a la violencia si Israel promete, en contrapartida, retirarse de Cisjordania", dijo Mashall en el prolegómeno de la visita en una entrevista con el diario moscovita Nesavimiya Gaseta.

Con esas declaraciones, Mashaal rechazó exigencias de la comunidad internacional de que antes de la formación de Gobierno, Hamás debe abjurar de la violencia. Una violencia que, en forma de bombas y atentados suicidas, ya ha costado numerosas vidas israelíes, mientras que, por su parte, Israel ha asesinado selectivamente a líderes de Hamás.

Pero el resultado de las recientes elecciones palestinas ha creado una nueva situación. Por un lado, Hamás ha pasado a tener la mayoría en el Parlamento palestino y formará próximamente gobierno. Por otro, es sabido que no es lo mismo hacer política desde el llano que desde el Gobierno, por lo que es dable esperar una moderación de las posiciones de los fundamentalistas.

Divergencias en el Cuarteto

"Rusia es el primer país del Cuarteto de Madrid que respeta el resultado de las elecciones palestinas", dijo Mashaal. Y agregó: "saludamos esa decisión". Quienes no la saludan son los otros tres miembros del Cuarteto –los EEUU, la UE y la ONU– que ya han anunciado que no cooperarán con una Autoridad Palestina dirigida por Hamás. Sólo Francia se ha manifestado hasta ahora en forma recatadamente positiva con respecto a la iniciativa rusa.

La delegación de Hamás es esperada en Moscú a comienzos de marzo. El portavoz del movimiento, Abu Zurji, anunció a la agencia ITAR-TASS que el grupo será encabezado por Mashaal.

Éste es jefe de la sección política de Hamás, reside actualmente exiliado en Siria y está considerado uno de los políticos más influyentes en el movimiento islámico. No obstante, tanto para Washington como para Tel Aviv continúa siendo "persona non grata".

Una puñalada por la espalda

Es más, el ministerio de RR.EE. de Israel ha dicho fulminantemente que la visita es para Israel una "puñalada por la espalda". También la ministra de RR.EE. de Estados Unidos, Condoleezza Rice, ha exigido que Rusia por lo menos ejerza más presión sobre Hamás. El movimiento debe renunciar a la violencia y reconocer el derecho de Israel a la existencia, agregó Rice.

Justamente ése es el objetivo de la invitación, respondió sibilinamente Serguei Lavrov, su homólogo ruso. En su ayuda acudió también Mijaíl Marguelov, jefe de la Comisión de Política Exterior del Senado ruso, que en una entrevista con Radio Moskvy dijo que la visita tenía mucho sentido.

"Hamás ganó las elecciones a fines de enero. Un bloqueo de los contactos con Hamás supondría cortar las relaciones con la Autoridad Palestina, que al fin y al cabo es sujeto del derecho internacional", destacó. "Y ello bloquearía todo el proceso de paz en el Oriente Próximo".

¿Puntos de vista secretamente compartidos?

A pesar de todas las diferencias con Moscú, ese punto de vista es compartido seguramente también en Washington por muchos políticos, aunque hasta ahora nadie lo ha admitido oficialmente.

El enojo norteamericano con la invitación rusa no tiene seguramente mucho que ver con la misma, sino que se debe a que la iniciativa de Putin ha dejado algo descolocados al Presidente George W. Bush y su jefa de la diplomacia, Rice.

Que Moscú haya dado ese paso tiene a su vez que ver con la ofensiva de política exterior que Putin ha lanzado en los últimos tiempos: Rusia quiere posicionarse como exitoso gestor de conflictos en la escena internacional.

La invitación a Hamás no debe verse, por lo tanto, aislada, sino en el contexto de una concepción estratégica. Como en el caso de Irán, al que Rusia le ha ofrecido el enriquecimiento de uranio, el Kremlin espera también de los contactos con Hamás lucrativos encargos para empresas rusas.

Como beneficio colateral, Moscú, en caso de éxito, podría desviar además las miradas de su cuestionada política autoritaria interior y de diversas derrotas de los últimos tiempos, como por ejemplo el conflicto del gas con Ucrania, que sobresaltó a todo Occidente.