¿Puede el minimalismo ayudar a salvar el planeta?
6 de enero de 2020Si todo el mundo viviera de la misma manera que el alemán medio, necesitaríamos casi tres planetas como nuestra Tierra. Si viviéramos como los estadounidenses, serían casi cinco. Eso es según los cálculos de la red no gubernamental Global Footprint Network. ¿Pero qué pasaría si eligiéramos un estilo de vida diferente: uno menos consumista y lleno de objetos innecesarios?
La bloguera y podcaster Elisa Stangl no tiene un sofá ni una cama en su casa. Ella, su marido y su hija de dos años duermen sobre alfombras tatami japonesas en su pequeño piso del sur de Alemania. "No poseemos mucho", confiesa a DW.
Stangl adoptó su estilo de vida minimalista cuando todavía era estudiante, por razones financieras más que medioambientales. Viajar por el mundo intensificó su sensación de que vivía mejor con menos cosas.
"Aprendí que no necesitaba más que las cosas que tenía en mi mochila", cuenta Elisa Stangl y añade: "Así que pensé, ¿por qué debería necesitar más cosas cuando estoy en casa?".
Dice que su principal motivación es vivir de forma consciente. Tener menos cosas significa que ella y su familia pueden concentrarse en lo que es importante para ellos. Necesitan menos dinero y, por lo tanto, tienen más tiempo para sus pasatiempos como el senderismo y la exploración de la naturaleza.
Pero Stangl también cree que un estilo de vida minimalista va mano a mano con la responsabilidad medioambiental. "Vivir una vida consciente no sólo concierne al individuo", dice. "Si llegas a saber cómo vivir de forma consciente, entonces sabes que tienes que respetar la naturaleza, porque vives con ella y te da algo, y tienes que devolverle algo".
Minimalismo por razones personales
Más allá de la manía de la organización y la limpieza provocada por la autora japonesa Marie Kondo, hay un creciente interés en deshacerse de las cosas, con la idea de que vivir de manera minimalista equivale vivir de forma más sensata. Navegando por los innumerables blogs, vlogs y podcasts minimalistas, la mayoría pasa por alto los impactos ecológicos en favor de centrarse en los beneficios personales de tener menos pertenencias. Esto se refleja en un estudio sobre los estilos de vida minimalistas publicado por la Universidad Duke en Estados Unidos.
"Típicamente, la gente adopta el minimalismo en interés de su propio bienestar psicológico: para reducir el estrés y cultivar la claridad mental, por ejemplo," dice en entrevista con DW la investigadora principal del estudio, Aimee Chabot. "Pero a medida que su práctica evoluciona, sus motivaciones para perseguir el minimalismo a menudo se expanden para incluir fuentes de motivación más externas, como las preocupaciones ambientales o éticas". Chabot y su equipo han encuestado hasta ahora a más de 800 personas, la mayoría de ellas en Estados Unidos.
"Sólo alrededor del 10% de los encuestados dijeron que la reducción de su impacto ambiental era su principal motivación para practicar el minimalismo, aunque alrededor del 70% dijo que sí consideraba los impactos ambientales como una de sus razones para hacerlo", agrega Chabot.
Consumo insostenible
Incluso como una consecuencia no intencional, vivir con menos es ciertamente bueno para el planeta. Un estudio realizado en 2015 encontró que más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial se deben al consumo doméstico. Esto se debe principalmente al transporte y a los alimentos, pero también a los otros productos que la gente compra y que generan emisiones de carbono en la producción.
El consumo de los hogares es, por supuesto, mayor en los países más ricos. A medida que las economías de todo el mundo se desarrollan, el consumo está creciendo. Cuanto más dinero tiene la gente para gastar, más cosas compra.
Pero eso no necesariamente los hace felices. Como muestran los estudios, un mayor ingreso y un mayor poder adquisitivo sólo aumenta el bienestar hasta cierto punto. Y como sugiere la tendencia al minimalismo, cada vez más gente se desilusiona de las sociedades materialistas en las que viven.
La felicidad es de baja emisión
En su libro de 2014 2Happier People Healthier Planet", la académica Teresa Belton argumenta que los factores que impulsan el bienestar humano en realidad tienen muy poco impacto ambiental. "Lo que genera y sostiene el bienestar son todo tipo de lo que yo llamo 'activos no materiales'", explica a DW. Según ella, estos son "las buenas relaciones, el contacto con el mundo natural. Ser creativo, tener un sentido de pertenencia, comunidad, propósito y significado, estar involucrado activamente en la vida, cosas que no implican ningún consumo material, o muy poco".
Cambio de mentalidad
Más allá del nivel individual, los gobiernos todavía no están convencidos de que deberían centrarse en el crecimiento humano en lugar del financiero y material. Pero aprovechar el vínculo entre el bienestar humano y el planetario podría ser clave para alejar nuestras economías del consumo y hacer frente a la crisis climática.
(gg/cp)
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