¿Qué tan “verde” es Sochi?
8 de febrero de 2014Publicidad
El martes pasado (04.02.2014), pocos días antes de que se inauguraran los Juegos Olímpicos de Invierno 2014, el presidente ruso visitó en Sochi un centro para la crianza de leopardos que supuestamente serán liberados cuando finalice el gran evento deportivo. Ese era el escenario ideal para presentarse como un amante de la naturaleza y desestimar cualquier insinuación de que la infraestructura necesaria para celebrar esas Olimpíadas de Invierno ameritó la destrucción del medio ambiente en la ciudad y sus alrededores.
Ni el Gobierno ruso ni la ayuntamiento de Sochi admiten que el delicado ecosistema en torno a esa localidad sufrió mucho para verse transformado en un artificioso paraíso blanco. “Los trabajos en las instalaciones estuvieron supervisadas, no solamente por el Comité Olímpico Internacional, sino también por el Ministerio ruso para el Medio Ambiente. Por cada árbol que se taló se sembró uno nuevo en otro lugar. 1.500 millones de euros se invirtieron en programas de reforestacion”, asegura la asistente del alcalde de Sochi.
Pero el ecologista ruso Vladimir Kimayev duda que los juegos de Sochi sean tan “verdes” como se les quiere vender. “La construcción de instalaciones olímpicas le han causado un daño irreparable a Sochi”, dice este miembro de la organización no gubernamental Vigilancia Ecológica del Cáucaso Norte. Kimayev ha monitoreado las actividades puestas en marcha desde 2007, cuando Sochi fue elegida sede de los Juegos Olímpicos de Invierno 2014. También la cara de Achschtyr, a diez kilómetros de Sochi, ha cambiado desde entonces.
Paisaje allanado
Como se necesitaban piedras para las construcciones, numerosos árboles desaparecieron para allanar el camino hacia las canteras. “En la era soviética había 30 metros cuadrados de áreas verdes por cada habitante de Sochi. Hoy sólo hay tres metros cuadrados de naturaleza por habitante”, subraya Kimayev, y sigue enumerando las consecuencias de Sochi 2014: en Achschtyr, la población se queja del polvillo en sus pulmones; la fuente local se secó debido a los trabajos en la cantera; y el ruido de las construcciones hizo de la vida un infierno.
Kimayev recuerda también las perforaciones que se hicieron en la cuenca del Msymta, el río más grande de la región. “Ese era el único río de Rusia con orillas en donde una arena fina se mezclaba con grandes piedras. Las suyas eran playas naturalmente formadas que fueron destruidas durante las construcciones”, denuncia el ecologista. “¿Qué puedo decir?”, responde Andrej Markov, mánager de la Arena en Krasnaja Poljana. “Cuando uno quiere construir algo tan grandioso como esto en este lugar, uno tiene que actuar”, agrega Markov.
“Pedimos disculpas por cada árbol que hayamos talado, pero… de otra manera no era posible construir una instalación como ésta en un lugar como éste”, acota el empresario.
Ni el Gobierno ruso ni la ayuntamiento de Sochi admiten que el delicado ecosistema en torno a esa localidad sufrió mucho para verse transformado en un artificioso paraíso blanco. “Los trabajos en las instalaciones estuvieron supervisadas, no solamente por el Comité Olímpico Internacional, sino también por el Ministerio ruso para el Medio Ambiente. Por cada árbol que se taló se sembró uno nuevo en otro lugar. 1.500 millones de euros se invirtieron en programas de reforestacion”, asegura la asistente del alcalde de Sochi.
Pero el ecologista ruso Vladimir Kimayev duda que los juegos de Sochi sean tan “verdes” como se les quiere vender. “La construcción de instalaciones olímpicas le han causado un daño irreparable a Sochi”, dice este miembro de la organización no gubernamental Vigilancia Ecológica del Cáucaso Norte. Kimayev ha monitoreado las actividades puestas en marcha desde 2007, cuando Sochi fue elegida sede de los Juegos Olímpicos de Invierno 2014. También la cara de Achschtyr, a diez kilómetros de Sochi, ha cambiado desde entonces.
Paisaje allanado
Como se necesitaban piedras para las construcciones, numerosos árboles desaparecieron para allanar el camino hacia las canteras. “En la era soviética había 30 metros cuadrados de áreas verdes por cada habitante de Sochi. Hoy sólo hay tres metros cuadrados de naturaleza por habitante”, subraya Kimayev, y sigue enumerando las consecuencias de Sochi 2014: en Achschtyr, la población se queja del polvillo en sus pulmones; la fuente local se secó debido a los trabajos en la cantera; y el ruido de las construcciones hizo de la vida un infierno.
Kimayev recuerda también las perforaciones que se hicieron en la cuenca del Msymta, el río más grande de la región. “Ese era el único río de Rusia con orillas en donde una arena fina se mezclaba con grandes piedras. Las suyas eran playas naturalmente formadas que fueron destruidas durante las construcciones”, denuncia el ecologista. “¿Qué puedo decir?”, responde Andrej Markov, mánager de la Arena en Krasnaja Poljana. “Cuando uno quiere construir algo tan grandioso como esto en este lugar, uno tiene que actuar”, agrega Markov.
“Pedimos disculpas por cada árbol que hayamos talado, pero… de otra manera no era posible construir una instalación como ésta en un lugar como éste”, acota el empresario.
Publicidad