Schrott es el malo de la película
6 de julio de 2012Los barítonos suelen encarnar al personaje malvado de las óperas. No se da en todos los casos, pero sí coincide en muchos, porque el fenómeno se acabó convirtiendo en lugar común entre los compositores de ópera del siglo XIX. La voz poderosa, grave y rica en armónicos de estos cantantes cumplía con los tópicos que el público decimonónico tenía de los malvados masculinos. Si a la voz adecuada para cantarlos añadimos una presencia escénica potente y unas innatas cualidades como actor, tendremos al candidato perfecto para este tipo de personajes.
“Es divertido ser malvado”, bromea el barítono bajo de origen uruguayo Erwin Schrott, que acaba de presentar un disco titulado “Arias”, con fragmentos de las óperas Mefistófeles, Fausto, Carmen, Don Quijote, Los cuentos de Hoffman, Atila, I lombardi, Tosca, Salvator Rosa y La tabernera del puerto.
"Estos son algunos de los personajes que suelo representar sobre el escenario. Hay otros que me gustaría abordar más adelante, pero por el momento deben esperar”, señala Schrott, que mide cuidadosamente los papeles que incorpora a su repertorio. “He restringido el número de personajes que hacía, porque quería profundizar en cada uno de ellos. Siempre seguiré cantando Mozart, porque es como un bálsamo para la voz. Pero cantar Mefistófeles, por ejemplo, es duro. Uno está sobre el escenario con un gran coro, una gran orquesta y además se canta prácticamente durante toda la función. Tampoco es fácil el rol de Fausto ni los papeles verdianos. Ahora es cuando estoy cantando todo este repertorio sin demasiado esfuerzo. Esa es la clave. Sentir después de cada función que podría volver a hacerlo de nuevo”, asegura.
Un actor nato
Aunque no se haya formado de manera sistemática en el oficio de actor, Schrott tiene una vena dramática muy acusada, que aprovecha a la hora de abordar sus papeles. “Siempre me interesó el teatro. Eso no significa necesariamente ir a tomar clases de un profesor. He leído, he observado mucho…”, recalca el cantante.
Durante el mes de julio lo está demostrando en la Staatsoper de Berlín, donde encarna uno de sus personajes fetiche, Leporello, de la ópera Don Giovanni, de Mozart. Sus cualidades como actor han hecho de él uno de los Leporellos de referencia de nuestro tiempo. Es un papel muy querido por el cantante, que borda todos y cada uno de los matices del personaje mozartiano.
Una pareja de éxito
Precisamente estaba previsto que en el Don Giovanni,que actualmente se representa en la Staatsoper berlinesa, participara su esposa Anna Netrebko en el papel de Donna Anna. La producción, con dirección musical de Daniel Barenboim y una refrescante puesta en escena de Claus Guth está resultando todo un éxito. Finalmente, la soprano de origen ruso excusó su presencia alegando que deseaba dedicar esos días al pequeño hijo que ambos tienen en común.
Schrott parece estar recogiendo en estos años los frutos más dulces de su carrera. Consolidado como cantante de ópera, su segundo disco con SONY, “Arias”, lo consagra como barítono de nuestro tiempo. Además, se permitió un flirteo con el género del tango, que no dudó en interpretar en la exitosa gira que llevó a cabo el pasado junto a Jonas Kaufmann y Anna Netrebko.
Un proyecto muy distinto ha unido recientemente aún más a ambos cantantes. Se trata de la “Fundación Anna y Erwin para niños”, fundada en Baviera, con el fin de contribuir a la instrucción de los más pequeños, poniendo un énfasis especial en el arte y la cultura. Sin duda, ambos atraviesan un momento dorado en sus vidas.
Autora: María Santacecilia
Editora: Cristina Papaleo