Siria, ¿el verdadero culpable?
22 de noviembre de 2006En el momento actual, se oyen fuerte las condenas internacionales y libanesas en cuanto a que Siria –y sólo Siria- está detrás del asesinato del ministro libanés Pierre Gemayel. Las acusaciones son comprensibles, en el marco de la larga intromisión siria en los asuntos de su país vecino. Una intromisión que ostensiblemente impulsó el homicidio del antiguo primer ministro, Rafia Hariri, en febrero de 2005. Un año y medio de investigaciones no han hecho sino robustecer tales sospechas, y Siria podría sentarse en el banquillo de los acusados durante el proceso correspondiente.
Una suposición
Pero el que Siria sea responsable de este nuevo homicidio parece ser una suposición, y no más que eso. Las reservas no sólo obedecen a que, en esta zona del mundo, lo improbable suele transformarse en realidad. Pero, ¿qué ganaría Damasco al encender aún más la atmósfera en Líbano? Ya se encuentra en el rumbo de ordenar sus relaciones con Irak, para lo cual incluso busca soluciones comunes con Irán. Con ello, Damasco ha dado pasos en dirección de Occidente, que había sugerido acciones similares en tiempos recientes. Una participación abierta en el asesinato del martes torpedearía esta nueva estrategia.
Asimismo, fue palpable la prisa con la cual el político asesinado fue catalogado como "antisirio". Es cierto que Gemayel actuó de manera decidida contra la intromisión siria. Pero el ministro de 34 años de edad era mucho más que eso. Para empezar, era vástago de la familia maronita más importante de Líbano, nieto del homónimo fundador del movimiento "Kata'eb", o "Falange", que durante años ha ejercido su influencia en la vida política libanesa. También fue hijo y sobrino de dos presidentes: su tío Beshir fue asesinado porque había firmado la paz con Israel, y su padre Armin se vio obligado a vivir durante años en el exilio. El clan Gemayel tenía muchos enemigos, entre ellos quizá más cristianos que musulmanes. Por ello, las acusaciones prematuras parecen caer en el sitio equivocado.
¿Pugnas internas?
No es que Damasco y sus protegidos en Líbano queden excluidos de la lista de sospechosos. Pierre Gemayel era miembro del gobierno de Siniora, que desde hace tiempo se enfrenta a una presión creciente. Tanto Hizbolá como su aliado cristiano Michel Aoun exigen mayor fuerza en el gabinete, o bien, su disolución. Él tiene la mayoría y la ley de su parte. Pero si de repente los ministros son asesinados, ¿podría esta situación desembocar en un "cambio de gobierno al estilo libanés"?
El asesinato de Gemayel ha puesto al país un paso más cerca de la guerra civil, pero también ha desequilibrado al complicado aparato internacional que a través de refuerzos a las tropas de la ONU debía ayudar al gobierno a restablecer la paz y el orden. El crimen demuestra cuán amenazado se encuentra el actual gobierno. Debe ser motivo de temor que la comunidad internacional fracase una vez más en este terreno. Y las acusaciones prematuras no ayudarán ni al gobierno de Siniora ni a Líbano como país.