Siria: la guerra de información
5 de noviembre de 2015Hace unas semanas, dos misiles rusos de tierra-aire impactaron contra el hospital de Sarmin, en la provincia siria de Idlib. Según datos de la fundación estadounidense SAMS, murieron 12 civiles, entre ellos dos médicos. Una emisora de radio colgó en la red una imagen del ataque que mostraba un edificio completamente destrozado. Rusia lo desmintió. El Ministerio de Defensa ruso presentó a finales de octubre, once días después del ataque, fotografías realizadas desde el aire, que demostraban que la clínica estaba intacta. Moscú insiste en que sus bombas de precisión solo alcanzan a terroristas, pero fuentes sirias y occidentales reportan cada vez más víctimas mortales entre la población civil.
Según Moscú, desde finales de septiembre hasta finales de octubre, los aviones rusos destruyeron 1.623 “objetivos terroristas”. Pero esa cifra suscita algunas cuestiones. En primer lugar, a quién se refieren exactamente cuando hablan de “terroristas”. Por otro lado, las víctimas civiles no aparecen en los informes. ¿Cómo es posible que en los ataques rusos no mueran civiles y en los de Estados Unidos en Irak, Afganistán y Siria sí?
Ataques contra el Ejército Libre de Siria
Rusia asegura luchar junto al presidente sirio, Baschar Al Assad, contra las milicias terroristas del Estado Islámico y contra el frente Al Nusra, filial siria de Al Qaeda. Desde el punto de vista occidental, ambos son grupos terroristas. Pero Moscú y Damasco suelen denominar “terroristas” a los opositores del régimen de Al Assad. Por el contrario, muchos grupos rebeldes sirios son considerados moderados por Occidente. Algunos de estos grupos, como el Ejército Libre de Siria (conocido internacionalmente como FSA, por sus siglas en inglés) , están apoyados por Occidente y varios Estados árabes. Precisamente estos grupos son objetivo prioritario de los cazas rusos.
El periodista Mohammed Al-Khatieb, que vive en la asediada ciudad de Alepo, acusa a los rusos en el portal de Internet Al-Monitor de bombardear sobre todo al FSA y a sus aliados. Según el Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Washington, es cierto que las fuerzas aéreas rusas atacan regiones controladas por el Estado Islámico o el frente Al Nusra, pero una gran parte de esos ataques alcanzan zonas en las que están activos otros rebeldes sirios. Además de posiciones militares, los rusos alcanzan hospitales, mezquitas y zonas habitadas. Safouh Labanieh, que dirige la Asociación sirio-alemana para las libertades y los derechos humanos, con sede en Darmstadt, lanza una dura acusación: “Lamentablemente, los ataques de los rusos golpean solo a civiles y a la oposición moderada”. Hace dos días que Labanieh ha vuelto de la zona de guerra. “Allí nadie sabe nada de ataques contra posiciones del Estado Islámico”, asegura a Deutsche Welle.
Muchas víctimas civiles
Human Rights Watch acusa a Rusa de haber matado a 59 civiles en sendos ataques en Ghantou y Ter Maaleh a mediados de octubre, entre ellos 33 niños. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos asegura que, durante el primer mes de ataques rusos en Siria, han muerto casi 600 personas, de las cuales un tercio son civiles. Andrej Kartapolov, del estado mayor ruso, rechaza estas acusaciones argumentando que “no ha habido tantos ataques como objetivos civiles supuestamente destrozados”.
En esta guerra de números, todos aportan imágenes satelitales y fotografías, pero no termina de estar claro cuándo fueron tomadas y si han sido retocadas. La agencia de investigación Bellingcat ha intentado aclarar el ataque en Sermin. Según las imágenes tomadas desde el aire y las informaciones que se encuentran en la red, las fuerzas rusas no alcanzaron directamente al hospital, pero una foto ampliada en Internet muestra que la clínica ya no existe: los rusos fecharon mal la imagen para ocultar la magnitud de su ataque. Así que, finalmente, el hospital sí resultó afectado.