Un asesinato por esclarecer
4 de diciembre de 2006Si el muerto hubiera sido de cualquier otra nacionalidad, seguramente el caso hubiese despertado la mitad de controversia. Pero al Kremlin se le achacan ya demasiados cadáveres. Un ex agente secreto envenenado y el mundo se gira al momento para mirar a Putin de reojo. En su lecho de muerte, Alexander Litvinenko culpó a Moscú de su asesinato. "La orden procedía directamente de arriba", declaró el padre de Litvinenko, Walter Litvinenko, al diario ruso Kommersant, "no tengo ninguna duda de que Wladimir Putin ordenó asesinar a mi hijo".
El Gobierno ruso niega vehementemente. El desarrollo es el mismo de todas las veces. Una muerte sospechosa. Unos indicios que señalan a Moscú. Un Moscú que niega pero no convence. Y unos cuantos días en los que a los políticos europeos se les hace algo incómodo posar para la foto junto a Putin. Al poco tiempo el caso queda cerrado y el presidente ruso puede sentirse de nuevo bienvenido.
Sin embargo, esta vez el muerto no está en Rusia sino en Gran Bretaña. Y los británicos parecen dispuestos a investigar hasta la última pista. Lleve ésta a Estados Unidos o directamente a las puertas del Kremlin. "La campaña que se está orquestando para tratar de inculpar a las autoridades rusas en la muerte de Litvinenko es inaceptable", se queja el ministro de Exteriores ruso, Sergej Lawrow. "Por supuesto que perjudica a nuestras relaciones diplomáticas", aseguró Lawrow haciendo referencia a las investigaciones inglesas.
Preguntando en suelo ruso
Scotland Yard enviará a sus agentes a hacer preguntas a Moscú. "Iré a dónde me lleven las huellas", dijo el ministro del Interior británico, John Reid. Reid dejó claro en un encuentro de ministros del Interior y de Justicia europeos celebrado en Bruselas, que la aclaración del caso seguirá su curso "independientemente de las consideraciones políticas o diplomáticas".
"Nuestros colegas británicos cuentan con el apoyo que les corresponde según los tratados internacionales y las leyes de la Federación Rusa", quiso sentenciar la polémica el fiscal general del Estado ruso, Juri Tschaika.
Son varios los ciudadanos rusos en la lista de la policía inglesa. Scotland Yard quiere hablar con diferentes personas que estuvieron en contacto con Litvinenko durante las semanas anteriores a su envenenamiento. Y no faltan los que se han ofrecido voluntariamente a dar su testimonio.
De Rusia a Estados Unidos
Michail Trepaschkin también fue agente secreto ruso. Ahora se encuentra en prisión. Sus abogados sen han puesto en contacto con las autoridades británicas porque dicen que Trepaschkin podría tener información de gran interés para las pesquisas de Scotland Yard. Según los letrados, hace años que Trepaschkin advirtió a Litvinenko de que éste se encontraba en la lista negra del Kremlin.
"Yo sé quien mató a mi amigo", afirmaba desde Estados Unidos Yuri Shvets, otro ex agente. "Quiero que se llegue al fondo de esta historia", declaraba. Shvets no desea contar nada a la prensa. Lo que sabe se lo ha dicho al FBI y a la policía británica. "Lo último que quiero es alarmar a los responsables del asesinato". Las actas en su poder ya están siendo revisadas por ingleses y estadounidenses.
El segundo envenenado y un último deseo
Mario Scaramella era el contacto de Litvinenko. Scaramella aún vive, pero no se sabe por cuánto tiempo. El italiano lleva en su cuerpo una dosis del polonio 210 que mató a Litvinenko cinco veces mayor que la que acabó con la vida del ruso. Scaramella dice que se siente bien. Los síntomas del envenenamiento aún no se dejan notar.
Si Scaramella sobrevivirá al contacto radiactivo se desconoce todavía. Quizás, también él como Litvinenko caiga víctima de este curioso caso. Quizás, también él como Litvinenko decida que desea recibir sepultura siguiendo el rito musulmán: el último deseo del ex agente ruso cuyo "polonizado" cuerpo sigue dando de qué hablar.