Un poeta chileno en el idioma de Goethe
4 de septiembre de 2012Un buen día Walter Eckel asistió a una lectura de poesía en el Goethe Institut en Santiago de Chile. Se lanzaba una antología de escritores latinoamericanos y uno a él le llamó la atención: Óscar Hahn. No sabía nada de ese poeta chileno nacido en Iquique en 1938, así que terminada la lectura fue a una librería y compró algunas obras. Le gustaron. Tanto, que empezó a traducir poemas en el poco tiempo libre que le deja su trabajo en el Heidelberg Center para América Latina, institución que dirige.
Metido ya en el particular mundo poético de Hahn, un autor que vivió por años en Estados Unidos, donde por años hizo clases de Literatura Hispánica en la Universidad de Iowa, Eckel fue a una presentación de un libro donde, finalmente, pudo conocer al poeta. Tomaron café, se reunieron varias veces a conversar y salió la idea de publicar las traducciones que con esmero realizaba el hombre de la Universidad de Heidelberg. “Y entonces vino el bendito terremoto”, dice Eckel.
Se refiere al terremoto de febrero de 2010, que afectó a la zona centro-sur de Chile. “¿Por qué bendito? Porque se cerró el aeropuerto de Santiago, dejaron de llegar visitas al Heidelberg Center, suspendimos las clases y pude dedicarme a tiempo completo a traducir, traducir y traducir. A veces encontrar la palabra precisa para comprender la poesía sencilla pero profunda de Hahn puede tomar horas”, explica el académico devenido en traductor.
Esa misma belleza estilística, esa profundidad metafórica, hizo que finalmente Óscar Hahn obtuviera, el pasado 3 de septiembre de 2012, el Premio Nacional de Literatura que entrega el ministerio de Educación de Chile. Se trata de la más alta condecoración que otorga el país a sus escritores. Un jurado compuesto por académicos e intelectuales toma la decisión, y el ministro Harald Beyer, titular de Educación, explicó qué motivó la elección de Hahn.
Una poesía "universal"
“Nos basamos tomando especialmente en consideración la alta calidad poética, el lenguaje depurado, la belleza, profundidad y universalidad con que Óscar Hahn trata los grandes temas del ser humano”, dijo Beyer. El poeta, además del honor del premio, recibió 30 mil euros y una pensión vitalicia mensual de mil 300 euros. Él, emocionado, dedicó todo a su madre, “cuya imagen para mí es la de un lector. Pienso en ella y la veo leyendo siempre, con sus gafas leyendo libros. Esa imagen me acompañó siempre, toda la vida”.
Walter Eckel coincide plenamente con la descripción que hace el ministro Beyer de la poesía de Hahn. “Es universal, tiene alcance internacional. Él es un autor importante dentro de las letras chilenas”. Por eso no extrañó que Hahn fuera seleccionado por el Estado de Chile como representante del país en la Feria del Libro de Leipzig de 2012.
Hasta allá llegó el poeta junto a Eckel. Aprovechando el lanzamiento de “Liebe unter den Ruinen”, libro publicado también en 2012 por la editorial alemana Rimbaud, agendaron durante el mes de marzo lecturas y presentaciones en siete ciudades de Alemania, todas ellas con éxito arrollador de público.
“Yo vi a personas llorando tras escuchar las lecturas de los poemas. Era emocionante, viajamos mucho en tren por Alemania, visitamos Stuttgart, Hamburgo, Múnich, Berlín, Heidelberg, entre otras ciudades, para presentar esta primera selección de poemas traducidos al alemán. Son 40 y ya estamos trabajando en un segundo tomo. Ha sido tal el éxito que la editorial ya nos pidió más y más”, cuenta Eckel, entusiasmado. Hasta ahora él ha traducido unos 150 poemas de Hahn, cuya obra cuenta con decenas de libros.
Sobre el nombre de la antología en alemán, Eckel es claro: “Tiene mucho que ver con el terremoto. Sin él, sacar este libro habría sido mucho más difícil. Por eso también la foto de la portada, uno de los pocos edificios que se cayeron tras ese sismo. Además, el estar traduciendo me sirvió como antídoto contra las réplicas. Mientras todos arrancaban, yo estaba tan metido en la traducción que no me movía de mi escritorio. En mi casa pensaron que me estaba volviendo loco” cuenta riéndose Eckel, quien la noche del 3 de septiembre celebró el premio que ganó su amigo invitándolo a cenar.
Autor: Diego Zúñiga
Editor: Enrique López