Vino europeo: arrancando la parra débil
23 de abril de 2007"Ésta será, probablemente, una de las reformas que más encontradas pasiones desate entre todas las reformas agrícolas emprendidas desde 2003", escribía la comisaria europea de Agricultura, Mariann Fischer Boel, el 22 de junio de 2006 en un texto publicado en el diario español El País.
Ese mismo día, la Comisión Europea había dado a conocer sus propuestas para modificar el mercado vinícola europeo, pidiendo en primer lugar al Consejo y al Parlamento europeos que estudiasen sus posibles consecuencias. La fecha para la aprobación de las medidas, el cuatro de julio de 2007, se acerca y los diferentes Estados miembros comienzan ya a atizar el debate pronosticado por la comisaria: realmente, cuando se trata de echar mano al vino, las pasiones se despiertan.
Menos vino, más competitivo
El vino es más que un negocio. El vino es cultura, tradición y algo de patriotismo. "La reforma no debe abarcar sólo la mera gestión del mercado [vinícola]", continuaba Boel en su carta abierta. Pero reformar es necesario, asegura hasta el día de hoy la comisaria.
Europa produce demasiado vino, la oferta y la demanda se encuentran en constante desequilibrio, los excedentes se acumulan y el flujo de dinero público falsifica la competitividad real del sector y le cuesta euros innecesarios al contribuyente.
Boel no propone reducir los 1.268 millones anuales que Europa destina a sus vinos, sino invertir el dinero, dice, "de manera más inteligente".
La reforma de la Comisión Europea incluye mantener la prohibición de plantar nuevas vides, incentivar con 2.400 millones de euros el arranque de viñedos ya existentes, simplificar el etiquetado de los vinos, acabar con las subvenciones y destinar fondos a la financiación de jubilaciones anticipadas y programas medioambientales.
Españoles y alemanes en desacuerdo
El 45% de la superficie vitícola mundial se encuentra sobre suelo europeo. De Europa procede el 65% de vino que se produce y 70% del que se exporta, además del 57% de los consumidores. Cinco países, Italia, Francia, España, Alemania y Portugal, por este orden, son los máximos representantes europeos en el campo de la viticultura. España y Alemania plantean serias objeciones a las propuestas de Boel.
A España, y a los países del sur de Europa, no les gusta la idea de que Europa pague por el arranque de sus vides. La medida tendrá carácter voluntario y está destinada a frenar la sobreproducción. En 2011, calcula Boel, el 15% del vino europeo no encontrará salida en el mercado. Sin embargo, en Bruselas circulan rumores fundados que indican que la presión ejercida por estos países habría llevado a la Comisión a plantearse una reducción de las hectáreas de viñedos que espera destruir de 400.000, el 12% de la superficie plantada en Europa, a la mitad.
Los vinicultores del sur europeo utilizan mosto en el proceso de fermentación de sus vinos. Los del norte, el azúcar: mucho más barata, especialmente desde la reforma del mercado europeo del azúcar que entró en vigor en 2006. Para compensar la desigualdad en los costes de producción, la UE subvenciona el vino fermentado con mosto. Estas ayudas se encuentran entre las que Boel quiere eliminar. En contrapartida, la Comisión planea prohibir el uso de azúcar en la fabricación de vino dentro de la Unión.
Pero alemanes y austriacos no están dispuestos a aceptar que Europa determine cómo producen sus vinos. "La fermentación con azúcar es desde hace 200 años la base de nuestra cultura vinícola. Al ser enriquecido con sacarosa, el vino no pierde calidad sino que desarrolla todo su potencial. Por lo tanto, perderíamos competitividad si prescindiéramos de ella sin motivo", declaró el ministro de Agricultura alemán, Horst Seehofer.