Huyamos hacia la izquierda
5 de julio de 2004La popularidad del Partido Socialdemócrata alemán (SPD) sigue cayendo en picada. Las últimas encuestas le asignan sólo un 23% de adhesión, lo que supone uno de los niveles más bajos registrados históricamente por esa colectividad. La razón de esta catástrofe política no es un misterio para nadie: las de reformas que ha emprendido el gobierno del canciller Gerhard Schröder, tijeras presupuestarias en ristre, resultan extremadamente difícil de digerir para un partido que se concibe como defensor de los intereses de los trabajadores y los menos favorecidos de la sociedad.
"Alternativa electoral"
Schröder insiste en que no hay otra alternativa para sacar adelante al país y asegura que no dará marcha atrás. Otros opinan que ese camino conduce al desastre y han decidido tomar el toro por las astas, fundando una agrupación con el nombre de "Alternativa Electoral Trabajo y Juticia Social". Cerca de 40 rebeldes del SPD y sindicalistas se reunieron este fin de semana en Berlín para dar a luz la organización, con miras a transformarla en un partido político con todas las de la ley, dentro de algunos meses.
La meta que aglutina a ese ramillete de disidentes de la socialdemocracia es, justamente, echar atrás las reformas ya realizadas (por ejemplo, en el sistema de salud) e impedir que sigan adoptándose medidas que consideran socialmente desequilibradas. Desde ya cuentan con convertirse en receptáculo de las frustraciones de muchos socialdemócratas y canalizar los votos de protesta contra el actual gobierno.
Alerta roja en el SPD
De hecho, los organizadores de la "Alternativa electoral" especulan con presentarse ya a los comicios regionales del año entrante en Renania del Norte Westfalia, el estado federado más poblado de Alemania, que ha sido un tradicional baluarte de los socialdemócratas. Ante esta perspectiva, en la central del SPD ya se encendió la alerta roja. Porque, si efectivamente se funda un nuevo partido a su izquierda, su sangría de votos podría ser mucho mayor que la que ya viene sufriendo desde hace tiempo.
La cúpula socialdemócrata, por lo visto, no tiene una estrategia clara para hacer frente a la situación. Mientras el canciller Schröder lanza críticas a los sindicatos, el presidente de la colectividad política, Franz Müntefering, intenta calmar los ánimos. Mientras unos amenazan con la expulsión de aquellos socialdemócratas que adhieran a la iniciativa, otros exhortan a entrar en razón, haciendo notar que el peligro de escisión sólo favorece a los conservadores. La vicepresidenta del SPD, Ute Vogt, dijo no creer que todo esto pueda perjudicar a la socialdemocracia, ya que un partido que está en contra de todo puede conseguir apoyo transitoriamente, pero no ganarse la confianza del electorado a la larga. No obstante, el problema podría presentarse a mediano plazo: en los próximos comicios renanos del 2005, se jugará en buena medida el futuro del canciller Schröder y su gobierno.